Dr. Antonio del Moral García (Magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y Profesor Colaborador Honorífico del Departamento de Derecho Procesal y Derecho Penal, adscrito al Área de Derecho Procesal), nos comparte su punto de vista sobre la implementación de la Inteligencia Artificial en la Justicia.
Antonio del Moral García, nacido en 1959, es un destacado jurista español que ocupa el cargo de magistrado en la Sala Segunda del Tribunal Supremo desde abril de 2012. Obtuvo el título de Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.
Ingresó por oposición en el Ministerio Fiscal Español en 1983 (obtuvo el número 1º de su promoción). Como Fiscal ha desenvuelto su trabajo en las Fiscalías de Ciudad Real y Madrid. Entre 1994 y 1997 estuvo destinado en el Gabinete Técnico de la Fiscalía General del Estado. Desde 1999 hasta 2012 ha desempeñado sus funciones como Fiscal en la Sección de lo Penal del Tribunal Supremo.
En abril de 2012 accedió a la Carrera Judicial por el turno de juristas de prestigio ocupando la plaza de Magistrado en la Sala de lo Penal del citado Tribunal.
Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de Derecho Penal Económico del Instituto de Empresa desde 1985 a 2012; así como del Centro de Estudios Garrigues.
Además de su trabajo judicial, ha desarrollado una notable trayectoria académica. Fue profesor de Derecho Penal Económico en el Instituto de Empresa desde 1985 a 2012, en el Centro de estudios Garrigues, director de cursos del Plan de Formación continuada de miembros de la Carrera Judicial y Fiscal. Fue igualmente profesor de Derecho Procesal en la Universidad Complutense de Madrid.
Tiene numerosas publicaciones (libros y artículos) sobre temas procesales y penales. Director de la colección de estudios de derecho procesal penal de la Editorial COMARES. Ha sido desde su aparición hasta abril de 2012 coordinador de la Revista de Derecho Penal de la editorial SEPIN. Integrante del Consejo Editorial de otras colecciones.
Ha pronunciado numerosas conferencias e impartido cursos tanto en España como en ámbitos internacionales (conferencia inaugural en 2004 del Congreso del Ministerio Publico de Sao Paulo; seminarios en Cracovia y otros lugares de Polonia; cursos en Guatemala, Uruguay, y Honduras patrocinados por AECI, Banco Mundial, o Consejo General del Poder Judicial; ponente en Londres en 2011 -international medical device industry compliance conference-). Por designación tanto del Consejo General del Poder Judicial como de la Fiscalía General del Estado ha dirigido cursos dentro del plan de formación continuada de miembros de las Carreras Judicial y Fiscal de España.
Designado por el Gobierno de España ha sido miembro de la comisión de expertos creada para la elaboración de un texto articulado de nuevo Código Procesal Penal que finalizó sus trabajos en diciembre de 2012. Por tal razón le ha sido concedida la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort.
Académico correspondiente de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia.
Elegido Presidente de la Comisión de Ética Judicial con el voto unánime de sus compañeros. Su perfil es considerado de tendencia conservadora y es conocido por su fe cristiana.
Entrevista
Antonio del Moral García, magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, ha mostrado un interés notable en la intersección entre tecnología y justicia. Ha abordado temas como la inteligencia artificial (IA) en el ámbito judicial, destacando su potencial como herramienta de apoyo sin reemplazar la mano de obra humana. En su conferencia «Inteligencia Artificial y Justicia Penal», enfatizó que, aunque la IA puede contribuir significativamente al sistema penal, la decisión final debe recaer en el juez humano, ya que la exactitud no siempre equivale a justicia.
Además, en una charla en Marbella, defendió el uso de algoritmos informáticos para agilizar ciertas tareas judiciales, subrayando que la IA puede aliviar la carga de trabajo en el sistema judicial.
Tecfuturo busca explorar la perspectiva del magistrado Del Moral García sobre la convergencia tecnología entre y justicia, un tema de creciente relevancia en el mundo jurídico actual.
Desde su perspectiva, ¿cómo ha influido la digitalización en la eficiencia y transparencia del sistema judicial español en la última década?
Carezco de conocimientos especializados y singulares en esa materia. Sin duda se está implementando avances. Pero mi percepción es que, como sucede secularmente, la administración de justicia anda a la retaguardia de esos avances. La inversión en justicia sigue siendo escasa en todos los ámbitos. Y las Tics no constituyen una excepción
¿Qué ventajas y desafíos identifican en la implementación de la inteligencia artificial en los procesos judiciales?
La IAL puede reportar muchos beneficios en el ámbito de la justicia como en tantos otros. Se están dando los primeros pasos. Hay que ser cautos pero no timoratos.
Por un lado, en materia de investigación -siempre que se mantenga el respeto a los derechos fundamentales, especialmente a los de nueva generación (derecho al entorno digital, autodeterminación informativa)- la IAL permite incorporar sistemas eficaces.
En la gestión de información y documentación sus posibilidades son enormes, acabando con fórmulas caducas de papeles desordenados que todavía persisten, y evocan una administración galdosiana.
En tareas regladas de cálculo pueden ahorrar mucho tiempo. Pienso ahora en la calculadora 988 que puso en marcha el Ministerio de Justicia hace pocos años para las operaciones de refundición de condenas que a veces son muy engorrosas y que se prestan a errores que ese programa evita. Hay muchos más campos en que se pueden desarrollar sistema parecidos.
Sí tengo dos prevenciones importantes. En la justicia predictiva hay que manejarse con muchas cautelas pues los riesgos son enormes. Recelo de esos sistemas que pueden de-responsabilizar al juez abandonando la ponderación con mil factores humanos no reconducibles a algoritmos. Y creo que el llamado Juez robot no podrá sustituir al Juez hombre. Una máquina te puede decir lo exacto. Pero para indagar sobre lo justo en unas relaciones humanas son necesarios otros elementos que solo posee el hombre. Es lo que el Papa Francisco ha llamado la sabiduría del corazón.
En su conferencia «Inteligencia Artificial y Justicia Penal», mencionó que la IA es una herramienta valiosa pero que la decisión final debe ser humana. ¿Podría profundizar en los límites que consideran adecuados para el uso de la IA en la toma de decisiones judiciales?
La IAL puede facilitar información, ofrecer posibles soluciones, realizar las tareas mecánicas,, pero estoy convencido de que en la decisión judicial ha de tener un irrenunciable papel protagonista el elemento humano.
¿Existen áreas específicas del derecho penal donde la IA podría ser particularmente beneficiosa o, por el contrario, inapropiada?
Me causa muchas prevenciones lo que se denomina justicia predictiva: que las medidas cautelares como la prisión estén a expensas de los resultados que ofrece una máquina es peligroso por mil razones; pero sobre todo porque acabarán fabricando jueces que no quieren asumir riesgos.
También me asusta los manejos de la IAL para valorar pruebas personales: la sinceridad de un testigo. Es temática en la que no tengo formación y datos y necesitaría estudiar más, pero intuitivamente me suscita prevención.
Por supuesto me parece no asumible por cuanto supondría la quiebra institucional del derecho a no declararse culpable, que se use la IAL para averiguar el grado de sinceridad de las respuestas del presunto culpable. Ni siquiera contando con su voluntad. Si se admitiese, supondría que sobre el acusado que rechaza someterse a ese sistema de medición de la credibilidad inexorablemente se cerniría una sospecha de culpabilidad dejando vacío de contenido ese derecho constitucional o, al menos, debilitándolo hasta límites no soportables.
La transparencia y la ausencia de sesgos en los algoritmos son preocupaciones comunes. ¿Qué medidas sugiere para garantizar que las herramientas de IA utilizadas en el ámbito judicial sean justas y equitativas?
Es un problema que conozco, sé que está ahí y preocupa, pero carezco de formación para aventurar medidas. Desde luego son necesarias. Y deben existir organismos reguladores de control. Y, en todo caso, la garantía última será dar protagonismo al elemento humano, al juez humano.
¿Cómo ve el papel de la formación continua para jueces y fiscales en relación con las nuevas tecnologías y la IA?
Es imprescindible. Se están dando los primeros pasos y me alegra e ilusiona comprobar como algunos compañeros más jóvenes se sumergen con ilusión en ese mundo en el que se manejan muy avezadamente. Pero será necesaria tanto la formación técnica, como la formación en principios y reglas éticas.
En su opinión, ¿qué papel deben desempeñar las instituciones académicas y de investigación en la integración de la IA en el sistema judicial?
Siempre me ha parecido que el mundo académico y el de la praxis forense no pueden estar de espaldas: han de mirarse y dialogar entre ellos. En esta materia, como en todas, es vital que el recorrido se haga de la mano, interactuando y compartiendo reflexiones, avances, descubrimientos…
¿Podría compartir alguna experiencia o caso en el que la tecnología haya mejorado significativamente un proceso judicial o la administración de justicia?
Aunque es una cuestión muy menor ya he comentado antes lo que ha supuesto la calculadora 988 que puso en marcha el Ministerio de Justicia hace unos años. Cálculos en los que en ocasiones invertías varias horas de trabajo, con ese programa quedan zanjados en unos segundos: ese tiempo ganado, ahora pueden emplearlo los jueces penales en otras tareas de estudio y resolución de causas.
Considerando la rápida evolución tecnológica, ¿cómo puede el sistema judicial adaptarse para incorporar innovaciones sin comprometer principios fundamentales como la justicia y la equidad?
Creo que la contestación a esta pregunta se infiere de las anteriores: es necesaria mucha inversión y sobre todo un plan a largo plazo que alcance quince o veinte años. No se puede funcionar a base de impulsos no sostenidos y no planificados. Y junto a esa inversión tener bien claro que el elemento humano no puede ser desplazado por la IAL. La IAL está no para tomar decisiones sino para ayudar al juez humano a tomar sus decisiones.
Finalmente, ¿qué visión tiene sobre el futuro de la justicia en España con la creciente integración de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial?
Lamentablemente creo que la justicia en España no está bien cuidada y su estado no se corresponde con el que cuentan otras instituciones del Estado. La cuestión de la IAl es solo un aspecto de un cuadro generalizado de maltrato institucional e inversor. Basta acudir a un juzgado o a un Tribunal y asomarse a sus oficinas y a sus herramientas de trabajo para comprobar que no está a la altura de lo que cabria esperar de un país con una sociedad avanzada y una economía fuerte como la nuestra