La inteligencia artificial ha llegado al mundo jurídico y lo ha hecho para quedarse. Hace apenas unos días, un bufete de Vigo reveló que el uso de IA había aumentado en un 50% su volumen de demandas, marcando un punto de inflexión en el ejercicio de la abogacía. Sin embargo, la automatización de procesos legales no es solo un avance tecnológico: es un desafío profesional y ético que pone en entredicho los valores esenciales de la profesión.
Consciente de esta realidad, la decana del Colegio de Abogados de Vigo, Lourdes Carballo, sorprendió a los asistentes al acto de entrega de la Insignia de Oro a los letrados con más de 40 años de trayectoria y al juramento de los nuevos colegiados. Al final de su discurso, reveló que el texto que acababa de leer había sido redactado por ChatGPT-4. Su intención era clara: lanzar una advertencia sobre el papel de la inteligencia artificial en la abogacía y los riesgos de sustituir el juicio humano por una máquina. “La IA no tendrá nuestra empatía ni nuestra ética» “La inteligencia artificial podrá hacerlo muy bien, pero no tendrá la genialidad ni la innovación de los abogados”, afirmó Carballo. “Este discurso nunca lo habría redactado yo, porque siempre introduzco elementos diferenciadores. Solo le di una instrucción: haz un discurso para nuevo
La advertencia de la decana no pasó desapercibida. En un contexto donde la IA automatiza contratos, redacta demandas y asiste en litigios, Carballo dejó claro que la abogacía es más que eficiencia algorítmica, afirmando:
📌 «La IA podrá ganar a toda costa, nosotros podemos ganar, pero justamente”, enfatizó.
📌 «La confianza es la base de nuestro contrato. La IA no tendrá empatía, nosotros sí”.
📌 «No se puede defender de cualquier manera. La IA nunca obedecerá las normas éticas, pero nosotros sí”.
Su mensaje no fue solo una reflexión, sino un llamado a los abogados a usar la IA como una herramienta y no como un sustituto. «Usad la IA como un instrumento al servicio de la abogacía, porque las almas no se enriquecen con dinero «, sentenció.
Si quedaba alguna duda sobre la diferencia entre el discurso de una máquina y el de un abogado con décadas de experiencia, la evidencia se hizo evidente en el propio acto. Mientras que el texto generado por ChatGPT estaba ajustado a los tres minutos exactos de duración permitidos, los letrados homenajeados hablaron sin límite, compartieron anécdotas, improvisaron e incluso se emocionaron.
Uno de ellos relató sus vivencias en el servicio militar, otros reflexionaron sobre la nueva Ley de Eficiencia de la Administración de Justicia, y varios lamentaron las carencias del sistema mutualista que, lejos de garantizar una jubilación digna, se ha convertido en un gran fondo sin atención real a los abogados retirados.
Mientras la IA se ceñía a la estructura y la precisión, los abogados dejaron constancia de su humanidad y de la profundidad de su experiencia.
El crecimiento del uso de IA en la abogacía: ¿avance o amenaza?
El 50% de aumento en el uso de IA en bufetes de Vigo es solo una herramienta de automatización legal que permiten redactar contratos, analizar documentos y hasta predecir resoluciones judiciales con base en jurisprudencia previa.
Sin embargo, esto plantea dudas sobre el futuro del ejercicio profesional. ¿Será la IA un aliado que permitirá a los abogados concentrarse en lo realmente importante o terminará desplazando el criterio humano en favor de la eficiencia algorítmica?
Angel Bahamontes, Presidente de ANTPJI, advierte sobre riesgos evidentes como:
✔ Dependencia excesiva de sistemas automatizados, lo que podría desdibujar la toma de decisiones basada en la interpretación
✔ Falta de regulación sobre el uso de IA en la redacción de demandas y contratos.
✔ Pérdida de control sobre la confidencialidad de datos si la información sensible de los clientes es procesada por sistemas externos.
✔ Riesgo de deshumanización de la profesión, en la que la abogacía una defensa de valores y principios a una simple transacción automatizada.
Chat GPT mejora, porque se nutre de lo que hay, pero es incapaz de crear
Durante el acto, los once nuevos colegiados que se inician en la profesión prestaron su juramento, comprometiéndose a respetar a la parte contraria, ser leales a sus clientes y guardar el secreto profesional. La IA puede automatizar muchas tareas, pero no puede jurar integridad ni tomar decisiones basadas en principios éticos.
El contraste entre la fría eficiencia de la inteligencia artificial y la pasión por la justicia que caracteriza a la abogacía quedó reflejado en cada intervención.
Entre los veteranos, hubo quienes recordaron sus primeros juicios, los nervios de enfrentarse a un tribunal y la evolución del sistema legal en España. Desde la ley procesal de 1881, que exigía un acto de conciliación previo a cualquier litigio, hasta la legislación de 2025, que plantea soluciones alternativas de resolución de conflictos.
En este contexto, la abogacía no solo enfrenta cambios tecnológicos, sino una transformación estructural en su propia esencia y muchos tardaran en entender que la inteligencia artificial no es el enemigo, sino una herramienta que bien utilizada puede mejorar la eficiencia y democratizar el acceso a la justicia.
Los despachos modernos ya utilizan sistemas predictivos para evaluar el resultado probable de un caso, y las administraciones públicas comienzan a automatizar trámites judiciales para reducir tiempos y costos.
Los despachos modernos ya utilizan sistemas predictivos para evaluar el resultado probable de un caso, y las administraciones públicas comienzan a automatizar trámites judiciales para reducir tiempos y costos.
Pero, como subrayó la decana de Vigo, la IA nunca podrá reemplazar:
✔ La interpretación jurídica basada en el contexto y la ética.
✔ La capacidad de generar estrategias de defensa únicas y creativas.
✔ El contacto humano, la empatía y la relación de confianza con el cliente.
La clave no está en rechazar la IA, sino en integrarla sin perder la esencia de la abogacía.
La decana de Vigo dio una lección magistral sobre el impacto de la IA en la abogacía con una simple demostración: permitió que ChatGPT hablara por ella y luego reveló su truco. Con ello, dejó en claro la creciente influencia de la inteligencia artificial, pero también evidencia sus limitaciones.
Los abogados no son solo redactores de documentos ni procesadores de información legal. Son guardianes de la justicia, portadores de valores que una máquina nunca podrá replicar.
El reto del futuro no es detener el avance de la IA, sino garantizar que su uso se haga sin sacrificar los principios fundamentales de la profesión.
Porque la abogacía, como bien lo demostraron los homenajeados en Vigo, sigue siendo una profesión de personas, para personas. Y ese es un privilegio que ni ChatGPT ni ninguna otra inteligencia artificial podrá arrebatarle.