La Comunidad de Madrid ha dado un paso decisivo para proteger dos de los símbolos más arraigados de su cultura: la zarzuela y el cocido madrileño. El Ejecutivo regional ha iniciado los trámites para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Patrimonio Inmaterial, con el objetivo de preservar, revitalizar y difundir estas tradiciones que forman parte del ADN madrileño.
Una apuesta por el alma de Madrid
La presidenta Isabel Díaz Ayuso ha anunciado la medida en la Asamblea de Madrid, subrayando que “la zarzuela y el cocido son más que arte y gastronomía: son parte de nuestra historia y de lo que somos como sociedad”. La iniciativa busca garantizar la transmisión de estos legados a las nuevas generaciones y consolidar su presencia en la vida cotidiana y cultural de la región.
La zarzuela: música y vida cotidiana con sello madrileño
Nacida en Madrid, la zarzuela es mucho más que un género lírico: es un espejo de la vida popular, una crónica musical de la ciudad y sus gentes que ha acompañado a generaciones desde el siglo XIX. Obras como La verbena de la Paloma, El barberillo de Lavapiés, Doña Francisquita o La Gran Vía han traspasado fronteras y siguen vivas en teatros y festivales de todo el mundo. Con más de 10.000 títulos catalogados y una proyección internacional, la zarzuela es un patrimonio vivo que la Comunidad quiere proteger como seña de identidad y motor cultural.
Cocido madrileño: de plato humilde a fenómeno social
El cocido madrileño, con más de 150 años de historia, ha pasado de ser un plato humilde de la cocina popular a convertirse en símbolo de convivencia, arraigo y patrimonio culinario. Hoy, el cocido se sirve en hogares, tabernas y restaurantes de postín, y es protagonista de celebraciones, concursos y rutas gastronómicas. Su receta, transmitida de generación en generación, es objeto de debates, concursos y hasta encuestas ciudadanas para documentar variantes, ingredientes y costumbres asociadas. El cocido madrileño no es solo un plato: es un ritual, un punto de encuentro y un reflejo de la diversidad y hospitalidad de Madrid.
Un catálogo creciente de lo entrañable
La declaración de la zarzuela y el cocido madrileño como BIC se suma a una lista de elementos protegidos que incluye el Rastro, las corralas, el toreo a pie, la trashumancia, la Movida madrileña y las fiestas del Dos de Mayo, entre otros. Madrid refuerza así su apuesta por blindar su patrimonio inmaterial, reconociendo el valor de costumbres, oficios y expresiones que han dado forma a su identidad colectiva.
Protección para el mural cerámico de César Manrique
El Ejecutivo regional también ha anunciado la protección del mural cerámico de César Manrique, situado en el distrito Centro de la capital, mediante su declaración como Bien de Interés Patrimonial (BIP). Esta singular obra, que representa escenas cotidianas como un botijo, una hormigonera y albañiles en plena faena, se incorpora al catálogo oficial de patrimonio artístico protegido, reforzando la política de defensa y visibilización del arte público madrileño.
Una legislatura marcada por el patrimonio
En los dos últimos años, la Comunidad de Madrid ha declarado 19 nuevos Bienes de Interés Cultural y cinco Bienes de Interés Patrimonial, sumando a su registro oficial espacios, tradiciones y obras que definen la historia y la cultura de la región. Entre los nuevos BIC figuran la casa del poeta Vicente Aleixandre y la próxima inclusión de la antigua fábrica de cervezas El Águila y la fábrica de lozas de Valdemorillo, hoy reconvertida en centro cultural.
Tradición, modernidad y orgullo madrileño
El impulso para declarar la zarzuela y el cocido madrileño como BIC no es solo un gesto administrativo, sino una declaración de principios: Madrid reivindica su historia, su creatividad y su capacidad para transformar lo cotidiano en patrimonio de todos. En un mundo globalizado, donde las tradiciones corren el riesgo de diluirse, la protección institucional de estos símbolos es una garantía de continuidad y una invitación a redescubrir lo que nos une.
La zarzuela y el cocido madrileño no son solo recuerdos del pasado: son expresiones vivas de una ciudad que celebra su diversidad, su hospitalidad y su pasión por la cultura. Con esta iniciativa, la Comunidad de Madrid asegura que, en el futuro, seguirán siendo motivo de orgullo y punto de encuentro para quienes viven y visitan la región.