En un giro reciente, el juez José Luis Calama ha desestimado la querella interpuesta contra el conocido influencer ‘Lladosfitness’ por delitos de estafa agravada, incitación al odio y organización criminal, resolviendo que la Audiencia Nacional no posee competencia sobre el caso. Este fallo subraya una vez más los desafíos legales y éticos que surgen en la era digital, particularmente en lo que respecta a la comercialización de cursos online que prometen éxito financiero rápido.
‘Lladosfitness’, detrás del portal ‘SALATU1MILLON’, ha sido acusado por nueve personas de utilizar su imagen de éxito—plagada de lujos como coches, yates y propiedades—para vender cursos que prometen convertir a sus clientes en millonarios de la noche a la mañana. Sin embargo, los denunciantes argumentan que dichas promesas son meras ilusiones, y que los cursos no cumplen con lo prometido, acusando además al influencer de exigir pagos crecientes, que alcanzan hasta los 10,000 euros.
A pesar de las acusaciones de manipulación y coacciones para mantener la confianza y los pagos de sus clientes, el juez Calama especificó que los delitos de odio y asociación ilícita planteados no entran dentro del ámbito de la Audiencia Nacional, tal como lo estipula la Ley Orgánica del Poder Judicial. Sobre la estafa, indicó que, aunque pudiera existir un delito de defraudación, las características del caso—como la cantidad defraudada y el número de víctimas—no justifican la competencia de la Audiencia Nacional.
Este caso pone de relieve la necesidad de una vigilancia más estricta y de regulaciones claras en el marketing digital y la venta de servicios educativos online. La creciente prevalencia de estas estafas digitales obliga tanto a consumidores como a autoridades a ser extremadamente cautelosos ante ofertas que parecen demasiado buenas para ser verdad. Asimismo, resalta la importancia de investigar a fondo y verificar la credibilidad de cualquier curso o servicio que prometa resultados financieros significativos antes de realizar cualquier inversión.
El fallo no solo cierra un capítulo en la lucha contra las falsas promesas en el mundo digital, sino que también sirve como un recordatorio crítico de que el éxito financiero, especialmente en ámbitos tan volátiles como el internet, raramente llega sin esfuerzo, tiempo y una educación legítima.
