En un mundo cada vez más interconectado, la digitalización ofrece innumerables ventajas, pero también abre nuevas puertas para los delincuentes. Entre los grupos más vulnerables a estos riesgos están las personas mayores, que a menudo se enfrentan a entornos tecnológicos que no siempre dominan. Las estafas online dirigidas a este sector de la población no son un fenómeno aislado: se trata de un problema creciente que requiere atención, prevención y, sobre todo, educación digital adaptada a sus necesidades.
Las cifras en España son contundentes. Según datos recientes de cuerpos policiales y observatorios de ciberseguridad, las estafas más comunes contra personas mayores incluyen el phishing (33 % de los casos), las estafas telefónicas (32 %) y los fraudes a través de aplicaciones de mensajería instantánea (28 %). Estos porcentajes no solo revelan el alcance del problema, sino también la diversificación de los métodos empleados por los estafadores.
Casos como el ocurrido en Ávila en 2025 —en el que una anciana de 86 años perdió más de 353.000 euros tras ser engañada por una red internacional que se hizo pasar por un actor famoso— demuestran que el impacto no es únicamente económico, sino también emocional. El “timo de la estampita” en Huesca y Zaragoza, reactivado con fórmulas adaptadas a la era digital, o los fraudes bancarios con cargos injustificados, confirman que la creatividad criminal no tiene límites.
Más allá de las cifras, la situación plantea una pregunta urgente: ¿cómo proteger a las personas mayores en este nuevo escenario digital? La respuesta exige una combinación de herramientas tecnológicas, pautas de conducta y apoyo familiar.
La primera línea de defensa es la información. Explicar con ejemplos claros cómo funcionan las estafas es esencial para que las personas mayores puedan identificarlas a tiempo. Los delincuentes aprovechan factores como la confianza, la soledad o el desconocimiento de ciertos procedimientos digitales para manipular a sus víctimas. Mensajes alarmantes que solicitan pagos urgentes, llamadas de supuestos técnicos de soporte o notificaciones falsas de premios son solo algunas de las técnicas más habituales.
En este contexto, no se trata únicamente de advertir, sino de capacitar. Familiarizar a las personas mayores con las interfaces digitales, enseñarles a verificar remitentes o URLs y animarles a preguntar ante cualquier duda son pasos concretos que marcan la diferencia.
Consejos prácticos para proteger a los mayores
Los siguientes consejos no solo ofrecen acciones preventivas, sino que incluyen casos y cifras reales que ayudan a comprender la gravedad del problema y su alcance en España:
- Desconfiar de mensajes o llamadas de desconocidos Si alguien solicita dinero, datos personales o información bancaria, es fundamental cortar el contacto y verificar por otra vía.
- Evitar hacer transferencias urgentes sin confirmar Muchas estafas juegan con la presión del tiempo. El “timo de la estampita”, detectado recientemente en Huesca y Zaragoza, utiliza la confusión y la prisa para engañar a las víctimas con dinero falso o supuestas oportunidades únicas. Ante cualquier oferta con caducidad inmediata, la precaución es la mejor respuesta.
- Instalar bloqueadores y filtros de spam en el móvil Con un 33 % de casos de phishing, 32 % de estafas telefónicas y 28 % de fraudes por WhatsApp, las herramientas tecnológicas de filtrado son un escudo esencial. Un móvil configurado con bloqueadores automáticos reduce drásticamente la exposición a mensajes maliciosos.
- Revisar extractos bancarios con frecuencia El 35 % de los fraudes financieros detectados en España se relacionan con cargos injustificados o préstamos abusivos. Enseñar a los mayores a detectar movimientos no reconocidos, así como a reportarlos de inmediato al banco, es una práctica preventiva clave.
- Tener un contacto de confianza para validar cualquier mensaje sospechoso Contar con un hijo, nieto o amigo que revise correos, SMS o llamadas antes de responder o transferir dinero puede evitar pérdidas irreversibles. Este filtro humano es, en muchos casos, más eficaz que cualquier antivirus.
Las familias y las redes de apoyo comunitarias desempeñan un papel fundamental en la protección digital de las personas mayores. El contacto frecuente no solo ayuda a detectar señales de alerta, sino que también refuerza la confianza para que los mayores consulten sus dudas sin miedo a ser juzgados.
A nivel comunitario, talleres organizados por ayuntamientos, asociaciones de jubilados y centros culturales son una herramienta poderosa. Estos programas pueden incluir desde sesiones de alfabetización digital hasta simulacros de estafas para entrenar la capacidad de respuesta.
El mercado ya ofrece soluciones tecnológicas diseñadas específicamente para este segmento de la población. Teléfonos inteligentes con menús simplificados, aplicaciones de videollamadas con accesos directos y sistemas de alerta que permiten bloquear operaciones sospechosas son ejemplos concretos.
En una era donde la conectividad es inevitable, la clave está en empoderar a los mayores, no en aislarlos. Brindarles herramientas, apoyo y conocimiento es la mejor forma de garantizar que puedan disfrutar de las ventajas del mundo digital sin convertirse en víctimas de sus riesgos.