En octubre de 2025, las fuerzas de seguridad de Reus desmantelaron dos bandas criminales que usaban métodos contemporáneos y tradicionales para estafar miles de euros de forma despiadada. Estos hechos son un ejemplo palpable de lo vulnerable que es nuestra información financiera, incluso cuando creemos estar seguros.
La amenaza invisible: el Vishing: El «vishing» es un tipo de fraude telefónico que combina técnicas de ingeniería social y ciberdelincuencia para obtener datos bancarios sensibles. Su nombre viene de “voice” (voz) y “phishing” (suplantación). Los estafadores primero obtienen información básica de sus víctimas mediante correos fraudulentos o páginas falsas —el phishing clásico— y luego llaman haciéndose pasar por personal de su entidad bancaria.
En la llamada, apelan al miedo y la urgencia, afirmando que hay movimientos sospechosos en la cuenta. La víctima, preocupada, es inducida a facilitar claves OTP, tokens digitales o datos de tarjetas para «proteger» sus fondos. Pero en realidad, esas claves son la llave para vaciar sus cuentas.
Según investigaciones recientes, los delincuentes emplean incluso técnicas como «spoofing» para que el número que aparece en la pantalla de llamada sea el real del banco, aumentando la credibilidad. En el caso de Reus, estas operaciones fraudulentas causaron pérdidas de más de 40,000 euros en 12 incidentes solo.
Los criminales no solo confían en la tecnología, sino en la psicología: usan tonos preocupantes, urgentes, y fingen ser figuras de autoridad o técnicos informáticos para quebrar defensas.
Algunos ejemplos comunes:
- El falso asesor bancario que alerta de cargos «sospechosos».
- Técnicos de soporte que solicitan instalar software remoto para «arreglar problemas» y así tomar control del equipo.
- Empleados de telefónicas que simulan errores de factura para obtener datos.
Estas tácticas reflejan una evolución constante para superar la desconfianza de los usuarios.
Además del fraude telefónico, la banda en Reus utilizaba métodos tradicionales como el robo de carteras con tarjetas bancarias. Las tarjetas sustraídas se usaban para dar transferencias ilegales a cuentas en Rumanía y hacer compras tanto físicas como digitales.
Este método demuestra que, aunque la tecnología cambie, la conexión con el mundo físico sigue siendo un vector fundamental para el fraude.
Para blanquear y ocultar el dinero robado, las bandas usan múltiples cuentas bancarias y tarjetas prepago asociadas a terceras personas o bancos en países con regulación financiera laxa como Malta o Lituania. Así, el rastro se hace confuso y difícil de seguir para las autoridades.
Es imprescindible entender que muchas estafas no son aisladas, sino parte de redes organizadas que aprovechan la globalización y la complejidad financiera.
Lo que las entidades bancarias NO harán nunca
Un mensaje claro: ningún banco legítimo se pondrá en contacto para solicitar contraseñas, códigos OTP o claves por vía telefónica, SMS o email. Si recibes estas peticiones, cuelga y contacta directamente con tu entidad por canales oficiales.
Además, no instales software ni cedas acceso remoto a desconocidos que llamen supuestamente para «solucionar» problemas.
Estos casos desgranan lo sencillo que resulta a veces para estafadores combinar ingeniería social y tecnología para evadir controles y llevar a cabo transferencias fantasmas o retiradas ilegales.
Y no solo hablamos de usuarios individuales: las grandes corporaciones y bancos también son blanco de ataques sofisticados que usan malware, deepfakes de voz o phishing hiper dirigido (spear phishing).
Consciente del aumento de fraude, en 2025 Europa reforzó la regulación obligando a las entidades a cotejar el nombre del destinatario con el IBAN antes de validar transferencias, para prevenir errores y estafas.
Aun así, la ley no sustituye la necesidad urgente de educación y prevención por parte de usuarios y empresas.
¿Cómo protegerte? Soluciones prácticas y tecnológicas
- No facilitar datos personales o claves por teléfono ni mensajes: Recuerda que nadie debe pedírtelas.
- Utilizar autenticación multifactor en todas las cuentas que lo permitan para añadir una capa extra de seguridad.
- Configurar alertas y revisar movimientos frecuentemente para detectar a tiempo transferencias sospechosas.
- Instalar software de bloqueo de llamadas no deseadas y verificar la autenticidad de los números.
- Desconfiar de llamadas urgentes o alarmistas y colgar para consultar directamente con la entidad oficial.
- Mantener actualizado el software y antivirus para prevenir intrusiones.
El combate a estas estafas exige esfuerzos coordinados entre usuarios, bancos y autoridades. Solo una ciudadanía informada y vigilante, junto con instituciones proactivas y tecnologías robustas, podrá frenar estas criminalidades.
Invitación a los lectores
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