viernes, diciembre 19, 2025
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“Piensa como jurista, escribe como ingeniero”: por qué los letrados que no diseñen sus propios prompts se quedarán fuera de juego

Javier Guerrero Guerrero
Javier Guerrero Guerrero
Es uno de los abogados más destacados y reconocidos en el ámbito del derecho tecnológico y la ciberseguridad en España. Con más de 20 años de experiencia, ha consolidado su prestigio como fundador y director de la firma jurídica Guerrero & Asociados, Abogados
Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva de quien lo firma y no reflejan necesariamente la postura de TecFuturo. Asimismo, Tec Futuro no se hace responsable del contenido de las imágenes o materiales gráficos aportados por los autores.
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La inteligencia artificial ya no es un invitado exótico en los despachos: se ha convertido en “el nuevo pasante” que nunca duerme, lee más rápido que nadie y es capaz de proponer borradores en segundos. La mayoría de profesionales jurídicos reconoce que la IA generativa ya les ayuda a investigar, analizar y automatizar documentos, elevando su eficiencia y su capacidad de respuesta ante el cliente. Pero hay una verdad incómoda: la calidad del resultado depende casi por completo de cómo preguntas. En el nuevo ecosistema legal, los letrados que no creen prompts personalizados según su especialidad trabajarán siempre con el freno de mano puesto.​

La IA ya está en el despacho… pero no basta con “probarla”

Los datos son claros: estudios recientes muestran que un porcentaje muy elevado de despachos y departamentos legales ya está incorporando IA generativa para tareas como investigación, análisis y automatización de documentos. La promesa es tentadora:​

  • Resumir jurisprudencia en minutos en lugar de horas.​
  • Revisar contratos detectando cláusulas problemáticas a velocidad industrial.​
  • Preparar borradores de escritos, informes o comunicaciones con el cliente en cuestión de segundos.​

Sin embargo, los mismos informes reflejan tres grandes frenos: la integración con los sistemas del despacho, la falta de confianza en los resultados y las dudas éticas y de privacidad. Muchos letrados han tenido la misma experiencia: abren una herramienta, escriben “hazme un contrato de alquiler” y reciben algo genérico, lleno de lagunas, que confirma sus peores sospechas.​

El problema no es la tecnología; es la forma de conversación. La IA generativa no improvisa: responde exactamente a lo que se le pide. Y el lenguaje con el que se le pide ayuda se llama hoy prompt.​

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El prompt: la nueva “redacción jurídica” en la era de la IA

Algunos autores del sector hablan ya de la ingeniería de prompts como la nueva redacción jurídica: la habilidad de estructurar bien una petición para obtener una respuesta rigurosa, completa y útil. Un prompt jurídico eficaz no es una frase al azar, sino una miniorden con varias capas:​

  • Rol: qué papel debe adoptar la IA (“actúa como abogado laboralista en España”, “como experto en protección de datos de la UE”).​
  • Propósito: qué esperas exactamente (borrador, análisis de riesgos, cláusula concreta, explicación para cliente no técnico).​
  • Contexto jurídico: jurisdicción, tipo de contrato, relación jurídica, sector, tipo de procedimiento.​
  • Formato de salida: cláusula, esquema con apartados, tabla de riesgos, resumen ejecutivo.​
  • Restricciones: no inventar artículos, dejar claro cuando falte información, evitar tecnicismos innecesarios o cláusulas ambiguas.​

Las guías más avanzadas sobre prompts legales insisten en que omitir cualquiera de estos elementos es una receta para respuestas mediocres o directamente equivocadas. La IA no sustituye el método jurídico; lo amplifica… si se le enseña a trabajar bajo sus reglas.​

Por qué los prompts deben ser personalizados por especialidad

No trabaja igual un procesalista penal que una mercantilista de M&A, ni un laboralista que un experto en protección de datos. Cada rama del Derecho tiene:

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  • Conceptos clave distintos.
  • Riesgos diferentes.
  • Formatos habituales de trabajo específicos (demandas, dictámenes, informes de due diligence, políticas internas, contratos sectoriales).

Por eso, hablar de “un buen prompt para abogados” es tan absurdo como hablar de “un único modelo de demanda para todos los procedimientos”. La literatura especializada en legal prompting propone adaptar el diseño del prompt a la rama jurídica y al tipo de tarea.​

Ejemplos de enfoque por especialidad

  • Derecho laboral
    • Rol: “Actúa como abogado laboralista especializado en despidos colectivos en España.”
    • Objetivo: “Elabora un esquema de informe para un cliente pyme sobre los riesgos legales y reputacionales de este ERE.”
    • Contexto: sector, número de trabajadores, situación económica.
    • Formato: índice con apartados sobre requisitos legales, riesgos por incumplimiento, alternativas y recomendaciones.
  • Penal económico y compliance
    • Rol: “Actúa como especialista en derecho penal económico y programas de compliance.”
    • Objetivo: “Identifica posibles tipos delictivos, riesgos y controles preventivos a partir de este relato de hechos.”
    • Formato: tabla con columnas de posible delito, fundamento normativo, riesgo y medidas de mitigación.​
  • Mercantil / contratos y M&A
    • Rol: “Actúa como abogado mercantil experto en contratos de compraventa de empresa bajo derecho español.”
    • Objetivo: “Detecta red flags en este borrador de SPA y clasifícalas por impacto.”
    • Formato: lista priorizada, con explicación y propuesta de mejora para cada cláusula.​
  • Protección de datos y tecnología
    • Rol: “Actúa como especialista en protección de datos y contratos tecnológicos.”
    • Objetivo: “Revisa esta política de privacidad para comprobar su alineación con el RGPD y señala los huecos.”
    • Formato: informe con apartado de cumplimiento, deficiencias y recomendaciones.

Estos prompts, cuando se documentan, afinan e integran en la práctica diaria, dejan de ser fórmulas improvisadas y se convierten en activos estratégicos del despacho, igual que lo son hoy los modelos de contrato o de demanda.​

De “usar IA” a rediseñar el trabajo jurídico

La IA generativa no solo cambia herramientas; cambia el modelo operativo del trabajo legal. Informes recientes apuntan a que una parte significativa de las tareas legales (especialmente las repetitivas y documentales) puede automatizarse, liberando tiempo para actividades de mayor valor añadido. Pero esa automatización no ocurre sola: requiere prompts bien diseñados y procesos claros.​

Las organizaciones que están avanzando más deprisa en IA legal han optado por tres pasos:

  1. Mapear tareas
    • Identificar tareas intensivas en texto: revisión contractual, resúmenes, análisis de riesgos, comunicaciones estándar al cliente.​
    • Medir cuánto tiempo consumen hoy.
  2. Diseñar prompts específicos para cada tarea
    • Por tipo de documento, por rama del derecho y por destinatario.​
    • Incorporar buenas prácticas: pedir razonamiento paso a paso, exigir identificación de información faltante, definir formato.​
  3. Construir “playbooks” internos
    • Librerías de prompts compartidos, versionados y comentados por el equipo.​
    • Formación interna para que cada letrado sepa cuándo y cómo usar cada prompt, y cómo iterarlo.

De este modo, la IA deja de ser un experimento aislado en manos de unos pocos entusiastas y se convierte en parte integral del flujo de trabajo del despacho.

Diseñar un buen prompt legal: guía práctica para el día a día

Las mejores guías para diseñar prompts legales coinciden en una estructura sencilla pero poderosa.​

  1. Define el rol con precisión
    • “Actúa como abogado experto en [rama] en [jurisdicción].”
    • Evita roles irrelevantes (juez, cliente, etc.) que confundan el enfoque.
  2. Aclara el propósito y el público
    • “Quiero un borrador de demanda”, “Necesito un resumen para un cliente no jurista”, “Analiza riesgos de este contrato”.
    • Indica si el texto está destinado a un tribunal, a un comité directivo, a un cliente técnico o no técnico.​
  3. Aporta el contexto jurídico completo
    • Jurisdicción, normativa aplicable, tipo de relación jurídica (laboral, civil, mercantil, administrativa, penal).
    • Sector (banca, salud, tecnológico, público).
    • Cualquier restricción relevante (plazos procesales, particularidades del caso).​
  4. Especifica el formato del resultado
    • “Redáctalo como cláusula contractual clara”, “Devuélvelo como informe en 6 apartados”, “Genera una tabla comparando documentos”.​
    • Define extensión aproximada y estructura.
  5. Incluye restricciones y controles de calidad
    • “No inventes artículos ni jurisprudencia; si no los conoces, indícalo.”​
    • “Separa hechos de valoraciones jurídicas.”
    • “Indica qué puntos requieren verificación humana adicional.”

Un detalle clave que recomiendan los expertos es pedir explícitamente razonamiento paso a paso (chain-of-thought) en tareas complejas, para aproximar más el método de análisis de la IA al razonamiento jurídico.​

Nadie acierta el mejor prompt a la primera. Las formaciones en IA legal insisten en la importancia de la iteración: probar, revisar el resultado, afinar y volver a probar.​

Ejemplo realista:

  • Prompt inicial:
    “Resume este contrato de prestación de servicios.”
  • Resultado:
    Resumen superficial, sin foco en lo que importa al cliente.
  • Prompt afinado:
    “Actúa como abogado mercantil en España. Resume este contrato de prestación de servicios destacando: (1) obligaciones principales de cada parte, (2) régimen de responsabilidad, (3) causas y efectos de la resolución, (4) plazos críticos y renovaciones automáticas. Limita el resumen a dos páginas y escribe en lenguaje comprensible para un directivo no jurista.”​

La diferencia en utilidad práctica es enorme. Cada iteración convierte al prompt en una pieza más fina, que ahorra tiempo en futuros asuntos. Con el tiempo, el abogado construye un pequeño arsenal de instrucciones que condensan su forma de trabajar y la ponen al servicio de un asistente incansable.

Ética, confidencialidad y límites: lo que ningún prompt debe olvidar

Toda esta potencia tiene un reverso que el sector legal no puede obviar: ética y confidencialidad. Los informes sobre IA generativa en el campo legal destacan, junto con las oportunidades, los riesgos de tratamiento de datos sensibles, sesgos y opacidad de los modelos.​

Eso implica:

  • Usar herramientas que ofrezcan garantías claras de protección de datos y soberanía de la información.
  • Evitar volcar en sistemas sin control documentación que contenga secretos profesionales, datos personales de especial protección o información corporativa crítica.​
  • Pseudonimizar o anonimizar casos cuando sea posible.

Los prompts también pueden ayudar a acotar estos riesgos:

  • “No incluyas datos personales identificables en la respuesta.”
  • “Trata todos los datos que aparecen como confidenciales y no los utilices fuera de este análisis.”
  • “Indica qué partes del texto podrían implicar datos sensibles según el RGPD.”​

La IA puede ser un gran aliado de la ética si se usa para detectar riesgos, incoherencias y posibles vulneraciones; pero nunca puede ser sustituto del deber de diligencia y del criterio profesional del abogado.

¿Deben los abogados convertirse en expertos en “prompt engineering”?

Cada vez más voces en el ecosistema legal sostienen que el dominio básico de la ingeniería de prompts será una habilidad clave para los juristas en los próximos años. No se trata de que los letrados se transformen en ingenieros de datos, sino de que incorporen tres competencias:​

  • Pensar en tareas: descomponer un problema jurídico en sub-tareas que la IA pueda ayudar a resolver (analizar hechos, identificar normas, proponer estrategias).​
  • Escribir instrucciones precisas: trasladar su método jurídico a prompts claros, estructurados y replicables.​
  • Evaluar críticamente el resultado: detectar errores, sesgos, lagunas y corregirlos, igual que se revisa el trabajo de un junior.​

En palabras de una guía de innovación en despachos, la consigna es clara: “piensa como abogado, escribe como ingeniero”.​

Quien lo haga, multiplicará su impacto. Quien no, seguirá haciendo lo mismo de siempre en un entorno donde los clientes comparan tiempos, costes y calidad con quienes sí han dado el salto.

Durante décadas, el valor de un jurista se ha medido por su capacidad para encontrar la norma adecuada, interpretar la jurisprudencia relevante y redactar con precisión. Nada de eso desaparece con la IA; al contrario, se vuelve más importante. La diferencia es que ahora, entre la mente del letrado y la montaña de información, se abre un nuevo canal: el prompt.

Ese canal puede ser un simple atajo chapucero… o una auténtica palanca de transformación.

  • Usado sin criterio, generará textos genéricos, errores y desconfianza.
  • Diseñado con cuidado, se convertirá en la extensión natural del criterio jurídico del letrado, encarnada en un asistente digital que trabaja a su ritmo.

La inteligencia artificial ha llegado al sector legal para quedarse. Lo que está en juego ya no es si la utilizaremos o no, sino cómo y con qué profundidad. Los letrados que se tomen en serio la creación de prompts personalizados por especialidad no solo ganarán productividad; ganarán algo mucho más valioso: la capacidad de seguir siendo indispensables en un mundo donde las máquinas también “escriben Derecho”.​

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