Cómo la desinformación digital y los fallos algorítmicos están convirtiendo nuestras rutas en trampas tecnológicas. El nuevo rostro del riesgo no es la montaña: es tu dispositivo.
No fue una tormenta ni un desprendimiento. Ni siquiera una imprudencia. Varios senderistas resultaron heridos este mes tras seguir las indicaciones de una app de rutas de montaña que, tras una actualización, trazó caminos inexistentes por zonas de alto riesgo. La causa: una modificación masiva de datos por usuarios maliciosos que alteraron la cartografía digital de la zona.
La noticia no ha sido una excepción. Lo que antes parecía ciencia ficción hoy es rutina. En la redacción de TecFuturo recibimos a diario reportes de ciudadanos que se han visto en peligro, confundidos o directamente engañados por fallos de sistemas de navegación, asistentes virtuales o incluso contestadores automáticos gubernamentales. El problema es más profundo de lo que parece.
La nueva desinformación: cuando el GPS se convierte en arma
En 2024, más del 84% de los usuarios en Europa utilizó aplicaciones de navegación, muchas de ellas alimentadas por datos colaborativos, donde cualquiera puede sugerir rutas, corregir caminos o añadir puntos de interés. Lo que nació como una utopía de información abierta, se ha convertido en un vector de ataque.
- Falsas rutas de senderismo que conducen a acantilados o zonas sin señal.
- Coordenadas manipuladas que desvían conductores hacia áreas remotas.
- Avisos meteorológicos generados con IA que alertan de tormentas inexistentes.
- Y lo más reciente: contestadores oficiales hackeados, como el de la Seguridad Social, que permiten rastrear la localización exacta del llamante sin que lo sepa.
La ciberseguridad ya no es una cuestión de proteger datos. Es proteger vidas.
El algoritmo no se equivoca. Pero puede ser manipulado.
La confianza en los sistemas automáticos ha alcanzado un nivel preocupante. En un experimento reciente, investigadores del MIT introdujeron un error deliberado en la base de datos de una app de navegación urbana: el 92% de los usuarios siguió ciegamente la ruta errónea, sin cuestionarla.
Esto se conoce como efecto de “anclaje algorítmico”: una forma moderna de sesgo cognitivo donde el usuario transfiere su capacidad crítica al dispositivo. Cuando el error es accidental, la consecuencia es molesta. Cuando es intencionado, puede ser letal.
IA maliciosa: mapas falsos generados por inteligencia artificial
Una nueva amenaza ha comenzado a preocupar a los expertos en ciberseguridad: el uso de IA generativa para crear mapas falsos o audios oficiales adulterados. Basta con un entrenamiento básico de modelos generativos para simular:
- Instrucciones de emergencia falsas.
- Alertas sísmicas o volcánicas con voz institucional clonada.
- “Nuevos caminos” de montaña en plataformas como Wikiloc o Komoot, reforzados con fotos sintéticas.
Estamos ante una nueva forma de ciberataque: la ciberdesorientación, un sabotaje digital que juega con nuestra necesidad de orientación y con nuestra fe en lo automatizado.
El caso del contestador de la Seguridad Social
Uno de los episodios más inquietantes llegó a nuestra redacción a través de una ciudadana que nos pidió ayuda para denunciar un fallo grave de privacidad. Al llamar al contestador automático del Instituto Nacional de la Seguridad Social, su ubicación fue registrada y usada para modificar sugerencias en apps de asistencia sanitaria… sin consentimiento.
Tras consultar a nuestros expertos periciales, identificamos un patrón: el sistema carece de medidas de geoseguimiento anónimo, permitiendo que una simple llamada active procesos de rastreo injustificado. Se trata, sin duda, de una vulneración del principio de minimización del dato que el RGPD exige.
La usuaria nos preguntó algo simple: “¿Dónde puedo denunciar esto?”. Nuestra respuesta fue técnica y directa.
Pautas recomendadas desde TecFuturo ante estos casos:
- Documentación digital de la incidencia:
- Capturas de pantalla, audios, trazas del GPS, registro de llamadas.
- Uso de aplicaciones que certifiquen la ubicación (con blockchain si es posible).
- Presentación de denuncia en la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos) si hay violación del RGPD.
- Denuncia penal ante la Policía Nacional o Guardia Civil, indicando que el fallo o manipulación ha provocado riesgo físico.
- Notificación al Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) para evaluación de vulnerabilidad.
- Solicitud de eliminación de datos falsos o maliciosos en plataformas colaborativas.
Marco legal y responsabilidad tecnológica
El Código Penal español ya recoge en sus artículos 197 y siguientes los delitos relacionados con acceso indebido a datos, manipulación de sistemas y sabotaje informático. Pero el marco legal aún no está preparado para esta nueva dimensión híbrida, donde la desinformación y el ciberataque convergen.
¿Quién responde si una IA sugiere un camino falso que lleva a un accidente? ¿Es responsable el usuario que subió el contenido, la empresa que lo publicó o el algoritmo que lo priorizó?
Estas son las preguntas que ya están llegando a los tribunales.
La solución no es desconectarse. Es saber cómo protegerse.
Desde TecFuturo, instamos a empresas, desarrolladores y administraciones públicas a incluir validaciones de seguridad en todos los procesos automáticos que afecten al comportamiento humano:
- Validadores humanos en sistemas de navegación.
- Control de fuentes en apps de senderismo.
- Doble autenticación para todos los servicios que utilicen geolocalización.
- Protocolos de auditoría para contestadores automáticos e IA conversacionales.
La nueva geografía no está en los mapas. Está en los metadatos.
Vivimos en una era donde cada paso que damos está mediado por un algoritmo. La dirección que tomas no siempre depende de ti, sino del sistema que te guía. Y si ese sistema falla —o peor aún, si es manipulado— no solo estás perdido… estás en peligro.
El camino ya no se mide en kilómetros. Se mide en confianza digital.