miércoles, diciembre 17, 2025
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La noche en que la Justicia Digital se miró al espejo: así se forja, en Madrid, la élite pericial que defenderá el futuro

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La noche madrileña tenía algo distinto. No era solo la iluminación de la Sala Leaves ni el ambiente festivo propio de diciembre; era la sensación de estar asistiendo a un ensayo general del futuro de la Justicia Digital. Allí, en la Cena de Navidad 2025 de la Asociación Nacional de Tasadores y Peritos Judiciales Informáticos (ANTPJI), se dieron cita no solo peritos, sino jueces, ingenieros, decanos, directivos, académicos y profesionales de disciplinas muy diversas unidos por una misma idea: la prueba digital no es una anécdota técnica, es el nuevo idioma de la verdad en los tribunales.​

Lo que sucedió esa noche fue mucho más que un encuentro social. Fue un ritual de reconocimiento, pertenencia y compromiso: un recordatorio de que, detrás de cada informe pericial capaz de inclinar una sentencia, hay horas de laboratorio, formación rigurosa, debates éticos y una comunidad que ha decidido ponerse al frente del cambio en lugar de sufrirlo a distancia.​

ANTPJI: donde se forja la élite que traduce el mundo digital para los jueces

Desde su fundación, la ANTPJI se ha convertido en la primera y más representativa entidad profesional dedicada al peritaje informático y la informática forense en España, agrupando a la elite de los peritos judiciales informáticos que actúan como puente entre la tecnología y los órganos de justicia. Su misión va más allá de agrupar especialistas: busca profesionalizar una disciplina que, durante años, vivió sin estándares claros, sin cultura probatoria tecnológica consolidada y sin una voz propia ante instituciones y sociedad.​

Su ecosistema formativo es el mejor reflejo de esa ambición. A través de másteres y programas exclusivos —en Informática Forense y Delitos Informáticos, Derecho Digital e Inteligencia Artificial, Peritajes Tecnológicos Avanzados 5.0, Ciberseguridad y Evidencia Digital Judicial, Análisis Forense de Redes Sociales y Móviles o Ciberseguridad Estratégica para Alta Dirección— ANTPJI forma profesionales capaces de moverse con soltura desde el laboratorio forense a la sala de vistas. No se trata solo de enseñar herramientas, sino de interiorizar principios: preservar la cadena de custodia, traducir complejidad técnica a lenguaje jurídico y sostener la propia pericia bajo el escrutinio de un contrainterrogatorio riguroso.​

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Durante 2025 y 2026, este universo se refuerza con talleres presenciales altamente especializados: Laboratorio Forense Digital I, II y III, elaboración profesional de informes periciales, defensa oral de la pericial, análisis forense de WhatsApp y correo electrónico, periciales y contrapericiales, OSINT en redes sociales o cadena de custodia digital, entre otros. De esa mezcla de teoría aplicada, casos reales y práctica intensiva nace la élite que la cena puso en primer plano: peritos capaces de explicar a un juez cómo se reconstruye un ransomware, cómo se autentica una conversación de mensajería o cómo se rastrea una huella digital entre millones de datos.​

Uno de los momentos más emocionantes de la velada fue la entrega de diplomas y carteras a los nuevos miembros de ANTPJI, un acto que simboliza algo más que la incorporación a un listado oficial de peritos. Esa cartera —con su acreditación, su identidad y su sello— es un recordatorio tangible de lo que implica decir “sí” a la pericia informática al servicio de los tribunales: rigor metodológico, actualización constante y responsabilidad personal.​

Cada nueva credencial entregada habla de renovación. ANTPJI no se limita a celebrar a sus grandes nombres consagrados; abre la puerta a profesionales que han demostrado disciplina, formación sólida y vocación de carrera. En un entorno donde los delitos informáticos crecen en número y sofisticación, donde la evidencia digital es muchas veces la única huella de lo ocurrido, la entrada de talento joven no es una opción: es una necesidad estructural para que la justicia pueda seguir el ritmo de la sociedad conectada.​

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En la Sala Leaves, ese momento tuvo algo de ceremonia iniciática. No eran simples obsequios simbólicos: eran llaves. Llaves para entrar en litigios complejos, en gabinetes interdisciplinarios, en colaboraciones con cuerpos de seguridad, despachos y empresas tecnológicas que ya no conciben sus casos sin un perito de confianza a su lado.​

Socios de Honor: tejiendo alianzas para una justicia que ya no cabe solo en un expediente

Otro momento estelar de la noche fue el nombramiento de dos Socios de Honor ANTPJI 2025, una distinción que la asociación reserva para quienes, desde fuera del perímetro estrictamente pericial, han contribuido a construir un ecosistema sano para la justicia digital.​

Marco Antonio García de la Morena, es un empresario con una amplia trayectoria profesional, que ha ocupado puestos directivos en diferentes entidades empresariales y asociaciones desempeñado principalmente labores de gestión y asesoría en proyectos privados e institucionales. Su trayectoria ejemplar refleja un firme compromiso con la innovación y la difusión del conocimiento en el entorno universitario y científico.

Y D. Fabián Torres Suárez, ingeniero industrial y decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, con décadas de experiencia en grandes multinacionales TIC y un discurso firme a favor de la digitalización responsable y la sostenibilidad. Su nombramiento reconoce que la prueba tecnológica ya no se limita al software o a los dispositivos: atraviesa sistemas híbridos, plantas industriales conectadas, entornos 5.0 donde un fallo digital puede tener impacto físico y social.​

Con estos socios de honor, ANTPJI teje una red de aliados que va más allá de los juzgados: colegios profesionales, universidades, empresas, instituciones públicas. La justicia digital no se construye solo con peritos brillantes, sino también con líderes que, desde la ingeniería, la economía o la gestión pública, entienden que cada decisión tecnológica arrastra consecuencias jurídicas, éticas y sociales.​

Premios ANTPJI 2025: cuando la excelencia tiene nombre, rostro y metáfora

El momento más esperado de la noche fue la entrega de los Premios ANTPJI 2025, una colección de galardones que no solo reconocen trayectorias, sino que condensan en sus títulos una forma de entender el papel del perito en la era digital. Cada premio funciona como metáfora: firewall humano, algoritmo incorruptible, bitácora forense… Imágenes potentes para explicar, a cualquier ciudadano, qué hace realmente un experto en evidencia digital.​

  • Gabriel Araujo Padilla: el Firewall Humano. Especialista en ciberseguridad, CTO de Ciberpro y perito forense en ANTPJI, con intensa actividad formativa y participación en iniciativas como el Cybersecurity Boot Camp del INCIBE para magistrados y fiscales, además de numerosas ponencias y masterclasses. Su premio lo define como ese profesional que filtra, bloquea y neutraliza riesgo allí donde la tecnología por sí sola no alcanza: en la concienciación, en la formación, en el acompañamiento a quienes toman decisiones.​
  • Gabriel García Pérez: el Algoritmo Incorruptible. Ingeniero en sistemas computacionales y director de Proyectos Tecnológicos en el Instituto de Peritos Judiciales de Baja California, responsable de un sistema de búsqueda de personas mediante IA orientado a apoyar investigaciones judiciales de alto impacto social. Su premio celebra una idea revolucionaria: que la IA, cuando se diseña con ética y supervisión, puede convertirse en una herramienta de humanidad radical, capaz de maximizar las posibilidades de encontrar a quienes faltan.​
  • Manuel Huerta de la Morena: la Bitácora Forense. Global CISO de SNKA y CEO de Lazarus Technology, referente en ciberseguridad estratégica y análisis forense avanzado en entornos complejos donde hay que recuperar datos borrados o cifrados. Su figura encarna la capacidad de reconstruir, a partir de evidencias dispersas, una narración probatoria coherente, inteligible y útil para jueces, fiscales y directivos. Es la personificación de la idea de que cada incidente deja un diario oculto… y que hace falta alguien con linterna, método y paciencia para leerlo.​
  • Miguel Ángel Barrera Nieto: Excelencia Pericial del Año. Perito judicial informático especializado en análisis de malware y respuesta ante incidentes, especialmente en campañas de ransomware y secuestro digital. Su trabajo, desgranando vectores de infección, identificando variantes y cuantificando daños, ha sido decisivo en numerosos litigios. El premio destaca no solo su técnica, sino su capacidad de traducir todo eso a informes claros, estructurados y comprensibles para quienes deben decidir sobre responsabilidad y reparación.​
  • Javier Villuela Uzquiza: Talento Emergente en Peritaje Informático.
    Perito certificado por ANTPJI, representante de la nueva generación de especialistas forenses digitales, que ya destaca por su dominio de técnicas avanzadas y una ética de trabajo intachable. Su reconocimiento lanza un mensaje al sector: el relevo generacional no solo está asegurado, viene marcado por excelencia, seriedad y una cultura de cadena de custodia que no se aprende en un manual, sino en comunidad.​
  • Ignacio Campoy Aguilar: Ética Profesional. CEO del Grupo Educativo Formación Universitaria, reconocido como uno de los “5 Most Influential Business Leaders Redefining Success 2025” por la revista CIO Excellences, al frente de una institución con cientos de miles de alumnos y fuerte impacto en la democratización de la educación. Al premiarlo, ANTPJI recuerda que la ética no es un lujo decorativo, sino el cimiento de cualquier proyecto de transformación tecnológica: sin ética, la evidencia digital se convierte en arma; con ética, en garantía.​
  • David Arcos Varela: Innovación Tecnológica contra el fraude. Perito en ciberseguridad y análisis forense de comunicaciones digitales, especialista en fraudes electrónicos como phishing, smishing y vishing, con herramientas forenses premiadas ya en 2019. Su galardón subraya la importancia de anticiparse al ciberdelito y de crear soluciones que no solo reaccionen, sino que prevengan, atribuyan y hagan más difícil que el crimen digital gane la partida.​

Juntos, estos nombres dibujan un mapa de la excelencia pericial: quien forma, quien innova, quien reconstruye historias, quien lidera, quien emerge, quien encarna la ética y quien planta cara al fraude.​

Bajo la música, los brindis y las conversaciones, la Cena de Navidad ANTPJI 2025 dejó flotando un mensaje claro: la Justicia Digital ya no es una hipótesis, es un presente que se construye hoy con decisiones muy concretas.​

  • Cada máster y cada taller es una apuesta por que, cuando un juez tenga que decidir sobre un ciberataque, una estafa online o una conversación de mensajería, haya un profesional capaz de explicarle qué ha pasado, cómo se ha probado y qué límites técnicos deben respetarse.​
  • Cada nueva credencia entregada es la promesa de que ese perito informantico utilizará su conocimiento para servir a la verdad procesal, no a intereses opacos.​
  • Cada premio es un espejo en el que las nuevas generaciones pueden mirarse y decir: “así se hace bien este trabajo”.​

ANTPJI se presenta, así, no solo como un colectivo profesional, sino como una comunidad que fija estándares, dialoga con universidades, cuerpos de seguridad y organismos públicos, y actúa como interlocutor en todo aquello que afecta a la prueba digital. En un país donde la digitalización avanza a toda velocidad, disponer de una entidad que ordena, forma y da voz a los peritos informáticos no es un lujo: es una condición de posibilidad para que el sistema judicial mantenga su legitimidad en la era de los datos.​

Aquella noche en Madrid, mientras las luces de la Sala Leaves se reflejaban en las pantallas de móviles y las conversaciones saltaban de casos periciales a proyectos formativos y alianzas futuras, la Justicia Digital se miró al espejo. Vio caras concretas, historias de esfuerzo y una comunidad que ha decidido no esperar a que el futuro llegue: salir a su encuentro, con una maleta azul en una mano y un código ético innegociable en la otra.

La élite de los peritos informáticos no celebró solo un año de logros. Celebró que, en un mundo donde casi todo deja rastro digital, todavía hay profesionales dispuestos a seguir ese rastro con la precisión de un científico, la prudencia de un jurista y la vocación de servicio de quien sabe que, muchas veces, la justicia depende de lo que alguien fue capaz de ver en un disco, un log o un paquete de red que todos los demás habían pasado por alto.​

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