Desafíos legales de la conducción automatizada
La irrupción de los vehículos autónomos en nuestras calles y carreteras no es una mera conjetura tecnológica: se trata de una transformación profunda que afecta no solo al sector del transporte, sino a los pilares fundamentales del Derecho de la circulación, y más concretamente, al régimen de responsabilidad civil por accidentes de tráfico.
La conducción automatizada plantea un escenario inédito en el que los conceptos tradicionales de culpa, diligencia y control del vehículo se diluyen o pierden relevancia. En este nuevo contexto, donde las decisiones de conducción son adoptadas por sistemas informáticos dotados de inteligencia artificial, surge una pregunta ineludible: ¿quién responde civilmente cuando un vehículo autónomo provoca un accidente?
Marco actual de responsabilidad civil: una aproximación clásica
En el sistema vigente en España, y en general en los países de la Unión Europea, la responsabilidad civil derivada de accidentes de tráfico se articula conforme a los siguientes principios:
- El conductor del vehículo es presunto responsable de los daños causados por la circulación, salvo prueba en contrario.
- El propietario del vehículo responde solidariamente si no prueba que actuó con la diligencia debida.
- La aseguradora responde frente a terceros dentro del marco del seguro obligatorio de responsabilidad civil.
Este modelo gira en torno a la figura del conductor humano como sujeto activo y responsable del comportamiento del vehículo. Sin embargo, en el caso de los vehículos autónomos de nivel 4 y 5 (según clasificación SAE), no existe intervención humana directa durante la conducción, lo que pone en crisis el principio de imputación basado en la culpa o la negligencia.
¿Qué es un vehículo autónomo y en qué niveles se clasifica?
Antes de avanzar en el análisis jurídico, conviene recordar la clasificación internacionalmente aceptada de los niveles de automatización:
- Nivel 0 a 2: Asistencia a la conducción (el conductor sigue siendo el responsable total).
- Nivel 3: Automatización condicional (el vehículo asume ciertas funciones, pero requiere supervisión humana).
- Nivel 4: Alta automatización (el vehículo realiza todas las tareas sin intervención humana en determinados entornos).
- Nivel 5: Automatización completa (sin volante ni pedales; sin conductor humano).
Los problemas jurídicos más agudos surgen en los niveles 4 y 5, donde el usuario del vehículo ya no es un conductor en sentido estricto, sino un pasajero.
Nuevos sujetos de responsabilidad: del conductor al fabricante
Con la desaparición del conductor como sujeto responsable, el centro de gravedad de la imputación jurídica se desplaza hacia otros posibles responsables:
a) Fabricantes de vehículos y software: Podrían incurrir en responsabilidad por producto defectuoso, conforme a la Directiva 85/374/CEE y la normativa interna sobre responsabilidad objetiva por daños causados por bienes defectuosos. Aquí se requerirá probar:
- Que el vehículo presentó un fallo de funcionamiento.
- Que dicho fallo fue determinante en la producción del daño.
- Que el daño no fue causado por un mal uso del vehículo.
Este tipo de responsabilidad es objetiva, pero su aplicación en entornos altamente complejos y con múltiples factores externos aún plantea dificultades probatorias.
b) Operadores de flotas autónomas: En lugar de propietarios particulares, los vehículos autónomos podrán pertenecer a empresas gestoras de movilidad, quienes asumirán la responsabilidad como titulares de la actividad de riesgo, en línea con la doctrina del “riesgo creado”.
c) Proveedores de datos o de conectividad: Si el sistema de navegación falla por un error en la cartografía digital, la red 5G o una interferencia externa, podrían derivarse responsabilidades hacia los proveedores de infraestructura digital, abriendo un abanico de agentes implicados que complica la identificación del responsable.
Hacia una responsabilidad objetiva reforzada y una nueva arquitectura legal
Diversos expertos, informes de la Unión Europea y estudios doctrinales apuntan hacia la necesidad de reformular el concepto de responsabilidad civil, adoptando un enfoque más amplio y adaptado a la realidad tecnológica:
- Responsabilidad objetiva basada en el riesgo tecnológico asumido por el fabricante o gestor del vehículo autónomo.
- Seguros obligatorios no ya sobre el conductor, sino sobre la actividad de conducción automatizada, exigiendo a fabricantes y operadores contar con coberturas específicas.
- Fondos de compensación públicos para cubrir supuestos en los que no se pueda identificar al responsable o el fabricante no sea solvente, evitando así que la víctima quede desamparada.
📌 Ejemplo real: En 2018, un vehículo autónomo de Uber atropelló mortalmente a una peatón en Arizona (EE.UU.). La investigación reveló fallos en el software de detección de obstáculos, lo que generó un conflicto jurídico sobre la responsabilidad entre Uber, el fabricante del sensor y el programador del sistema. Este tipo de situaciones será cada vez más frecuente y requerirá un marco legal robusto y ágil.
¿Qué debe prever el legislador? Propuestas de futuro
Desde Guerrero & Asociados, Abogados consideramos imprescindible que el legislador actúe con anticipación y prudencia jurídica, desarrollando un cuerpo normativo específico que contemple:
- Modificación de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor, adaptando el concepto de conductor y ampliando la legitimación pasiva en caso de siniestro.
- Creación de un Registro Nacional de Sistemas Autónomos, que permita identificar en tiempo real a los operadores y responsables de cada unidad en circulación.
- Marco asegurador específico para vehículos autónomos, con primas diferenciadas y supervisión de entidades técnicas.
- Reconocimiento legal del “usuario pasivo”, eximiéndolo de responsabilidad y asegurando sus derechos como potencial víctima.
- Desarrollo de estándares técnicos de seguridad y ciberseguridad, que minimicen el riesgo de manipulación, hackeo o errores de conectividad.
- Conclusión: hacia un nuevo contrato social sobre movilidad
La conducción autónoma no solo desafía nuestra forma de desplazarnos; desafía también nuestra concepción de la culpa, el riesgo y la reparación del daño. El Derecho debe estar a la altura de este cambio, garantizando que las víctimas de accidentes sigan siendo protegidas con la misma firmeza, aunque los conductores desaparezcan.
Desde Guerrero & Asociados Abogados, estamos plenamente comprometidos con el estudio y defensa de las nuevas formas de responsabilidad civil que emergerán con la automatización del tráfico. Nuestra misión, como despacho con más de dos décadas al servicio de las víctimas, es anticipar los riesgos, proteger a quienes se ven afectados y contribuir al debate jurídico con rigor y compromiso.
Porque incluso en el futuro más automatizado, la justicia sigue necesitando abogados que la entiendan, la expliquen y la defiendan.