En una tarde impregnada de armonía y tradición, el programa “21 Distritos” del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid y la Embajada del Japón en España ofrecieron a la ciudad un puente musical entre Oriente y Occidente: el pasado 8 de mayo, el maestro Yoshiaki Okawa deleitó al público madrileño con un concierto de koto, el arpa japonesa de trece cuerdas, en un acto que fue mucho más que música: fue un instante de contemplación y encuentro entre culturas.
La presencia del Embajador de Japón, Takahiro Nakamae, símbolo de la diplomacia cultural y del diálogo entre naciones, y del concejal del distrito, David Pérez, quien ha sabido proyectar a Hortaleza como un distrito dinámico y abierto a nuevas iniciativas, otorgó al evento un carácter solemne y profundamente simbólico.
Yoshiaki Okawa: el hombre del koto
Nacido en Fukushima y conocido artísticamente como Kotomen -un nombre que fusiona “koto” (箏) e “hombre” (男), reflejando su identidad como “el hombre del koto”-, Yoshiaki Okawa es un virtuoso que ha sabido tejer la tradición milenaria del koto con los hilos de la innovación contemporánea. Su historia personal, marcada por el terremoto y tsunami de 2011, le llevó a encontrar en la música un refugio y una vía para compartir esperanza y belleza.
Okawa ha sido galardonado con los máximos premios de la música japonesa, como el Premio Nacional de Koto y el prestigioso galardón del Ministro de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología. Su arte trasciende fronteras: ha participado en festivales internacionales, ha colaborado en la banda sonora del anime “One Piece: Wano Kuni Hen”, y sus interpretaciones han cautivado a millones de personas en todo el mundo a través de las redes sociales.
Tradición, innovación y belleza efímera
Kotomen es un artista que honra el pasado sin dejar de mirar al futuro. Diseña sus propios trajes, fusiona el repertorio clásico con géneros modernos y convierte cada recital en una experiencia estética total, donde la música y la imagen dialogan con la sensibilidad japonesa del “mono no aware”, esa conciencia de la belleza efímera de cada momento.
Su misión es clara: revitalizar el koto y acercar la cultura japonesa a las nuevas generaciones, tanto en Japón como en Occidente. “La tradición es un tesoro heredado del pasado, pero también es algo vivo”, afirma Okawa. “Mi reto es dar un paso hacia el futuro con mi música, conservando la esencia del koto”.
El koto como puente entre culturas
Durante el recital en Madrid, Okawa compartió su visión en una entrevista exclusiva:
“El sonido del koto traspasa las barreras lingüísticas y llega directamente al corazón de la gente. Quiero ofrecer al público europeo momentos para sentir Japón y compartir la alegría de conectar a través de la música.”
La reacción del público español fue tan profunda como inesperada: desde lágrimas de emoción hasta palabras de asombro por la capacidad del koto para dialogar con el alma. Okawa reconoce que, en la era digital, el koto puede ofrecer “belleza real” y serenidad en medio del ajetreo cotidiano, y utiliza las redes sociales como un tatami virtual donde los jóvenes descubren la magia de este instrumento ancestral.
Diplomacia cultural: el arte de unir corazones
Para Okawa, la música es también un acto de diplomacia: “El recital de Madrid es una oportunidad especial para conectar los corazones de Japón y España. El arte tiene el poder de unir a las personas más allá de las palabras. Este recital es un paso más en la diplomacia cultural y una oportunidad para estrechar los lazos con el pueblo español”.
Así, bajo la mirada atenta de los cerezos en flor y el espíritu del koto, Madrid vivió una velada donde la tradición japonesa se fundió con la hospitalidad española, recordándonos que la belleza, como la música, es un lenguaje universal capaz de cruzar océanos y generaciones.
Entrevista
Yoshiaki Okawa (Kotomen), que combina interés cultural, enfoque artístico y proyección internacional
El koto tiene más de mil años de historia en Japón, pero tú logras que suene nuevo. ¿Qué papel juega la innovación personal en la interpretación de un instrumento tan profundamente tradicional?
La tradición es un tesoro heredado del pasado, pero también es algo vivo. Los 1300 años de historia del koto es el resultado de los esfuerzos de los maestros que han venido dando nuevos aires a lo largo de la historia. Para mí, la innovación es un instrumento para hacer resonar el alma del koto en la actualidad. Por ejemplo, si toco J-POP o rock con el koto, o añado nuevas expresiones visuales o de vestuario, los jóvenes y el público extranjero pueden descubrir lo cool que puede llegar a ser el koto. Creo que las iniciativas individuales desempeñan un papel importante para crear puentes entre la tradición y la vida de hoy con las emociones actuales, para que la tradición no se quede estancada en el pasado. Mi reto es dar un paso hacia el futuro con mi música conservando la tradición del koto.
Tu nombre artístico, “Kotomen”, parece una declaración de intenciones. ¿Cómo defines tu misión como intérprete del koto en el siglo XXI y qué buscas transmitir al público occidental? «Kotomen» es un nombre que refleja mi determinación de expresarme a través del koto y de ofrecer una música que trascienda fronteras. Mi misión como intérprete del koto en el siglo XXI es dar a conocer al mundo el koto no como un «instrumento antiguo», sino como un «instrumento vivo» que conmueve el corazón de la gente de hoy en día. En particular, me gustaría que el público occidental sintiera el «poder terapéutico» y la «fuerza» únicos del sonido del koto. Quiero transmitir, a través del sonido y las palabras, la cultura y la historia de Japón, así como el relato personal de la recuperación tras el gran terremoto que viví en Fukushima. El sonido del koto traspasa las barreras lingüísticas y llega directamente al corazón de la gente. Por eso, quiero ofrecer al público europeo «momentos para sentir Japón» y compartir la alegría de conectar con otras personas a través de la música.
Has llevado el koto desde Japón hasta escenarios de Europa, y ahora a Madrid. ¿Cuál ha sido la reacción más sorprendente que has recibido por parte de un público no japonés? Lo que más me ha sorprendido de las actuaciones en el extranjero es la reacción del público que ha escuchado el koto por primera vez. En un concierto en Europa, un señor mayor emocionado se acercó con lágrimas en sus ojos y me dijo: «Este sonido ha llegado al fondo de mi corazón. Es como si mi alma se hubiera purificado». Nunca imaginé que personas que no conocían el koto pudieran sentir algo tan profundo al escuchar su sonido por primera vez. Además, algunos espectadores jóvenes comentan en las redes sociales: «¡Qué cool tocar música pop con el koto!». Me sigue sorprendiendo el poder del koto, un instrumento tradicional que trasciende generaciones y culturas y es capaz de generar empatía.
Vivimos en una era de consumo rápido de contenidos. ¿Cómo conectas con las nuevas generaciones que quizás no conocen el koto, y qué crees que puede ofrecerles este instrumento ancestral en plena era digital? La era digital es sin duda vertiginosa, pero precisamente por eso, creo que se demandan «experiencias auténticas». Yo utilizo las redes sociales y YouTube para dar a conocer de forma sencilla la interpretación y el encanto del koto. Por ejemplo, al publicar versiones con el koto de canciones de J-POP o temas originales, los jóvenes se interesan por el koto y descubren lo entretenido que es. Creo que, precisamente en la era digital, el delicado sonido del koto y la emoción «real» del momento del concierto pueden aportar calma e inspiración en medio del ajetreo cotidiano. Mi enfoque consiste en dar a conocer el koto primero, a las nuevas generaciones a través de las redes sociales, y luego conectar con ellos directamente en los conciertos en vivo. Creo que el koto es un instrumento que puede ofrecer una «belleza real» incluso en el mundo digital.
Este recital en Madrid se celebra en colaboración con la Embajada de Japón. ¿Sientes que tu música, además de arte, es también una forma de diplomacia cultural?
Sí, lo creo firmemente. El recital de Madrid es una oportunidad especial para conectar los corazones de Japón y España a través de la música. El sonido del koto está lleno de la estética y la historia de Japón, y tocarlo en el extranjero es, en mi opinión, un diálogo cultural que va más allá del arte. Además, como persona originaria de Fukushima, quiero compartir, a través de la música, la experiencia del terremoto y el accidente nuclear, y transmitir el mensaje de reconstrucción y la importancia de vivir el presente. La colaboración con la Embajada del Japón me hace sentir que mi música contribuye a dar a conocer la cultura japonesa al mundo. El arte tiene el poder de unir a las personas más allá de las palabras. Por eso, este recital es un paso más en la diplomacia cultural y una oportunidad para estrechar los lazos con el pueblo español.