El Tribunal Supremo ha confirmado una condena de tres años y seis meses de prisión para un hombre acusado de estafa agravada tras perjudicar económicamente en 60.000 euros a una mujer con la que mantenía una supuesta relación sentimental. El fallo no deja lugar a dudas: el condenado instrumentalizó el vínculo afectivo como herramienta de manipulación y lucro personal, iniciando una convivencia con la víctima tres meses después de conocerse en una plataforma de contactos.
Este caso, ya firme en sede judicial, marca un precedente esencial sobre una modalidad delictiva en auge: las estafas románticas. El acusado no utilizamos la fuerza ni los medios técnicos interesados. Usó algo más poderoso: la ingeniería social emocional, la manipulación afectiva como canal de entrada a los datos, la confianza, y finalmente, al patrimonio de la víctima.
¿Qué es una estafa romántica?
Las estafas románticas son una tipología específica de fraude basada en la suplantación afectiva y el engaño emocional. En lugar de ataques directos, el delincuente finge sentimientos amorosos a través de medios digitales (plataformas de citas, redes sociales, apps extramatrimoniales), construyendo una relación ficticia con la única finalidad de obtener dinero, datos o favores logísticos.
Estas prácticas no requieren de malware, exploits o brechas de seguridad, pero sí dependen de la cesión voluntaria, pero condicionada, de activos sensibles por parte de la víctima.
Plataformas bajo el radar: ¿Dónde actúan estos delincuentes?
En España, aunque no existe una clasificación oficial de plataformas con mayor índice de fraude amoroso, sí se han identificado entornos digitales donde el riesgo es mayor:
- Solteros+50 : Plataforma orientada a personas mayores de 50 años que buscan una segunda oportunidad amorosa. Su público objetivo la convierte en un entorno propenso a la actuación de estafadores que aprovechan la vulnerabilidad emocional de los usuarios menos habituados a las dinámicas digitales. El enfoque en relaciones serias y estables facilita el despliegue de tácticas de confianza y manipulación prolongada, lo que exige una vigilancia estricta en los primeros contactos.
- Tinder: Su masividad y diseño de interacción rápida la convierte en un objetivo recurrente.
- Bumble : Aunque con políticas proactivas de seguridad, sigue siendo susceptible a perfiles falsos.
- Ashley Madison: Focalizada en relaciones extramatrimoniales; ya ha sufrido filtraciones masivas de datos.
- Gleeden : Enfocada en mujeres, con énfasis en la privacidad, pero aún vulnerable a perfiles ficticios.
- Victoria Milán : Favorece el anonimato, lo que puede beneficiar a actores maliciosos.
El problema no está en la plataforma per se, sino en el uso que hacen de ella los delincuentes y la poca concienciación de los usuarios respecto a las técnicas de manipulación emocional.
¿Cómo funcionan? El patrón común del ‘fraude afectivo’
- Captación emocional: creaciones de perfiles atractivos, empáticos, con historias convincentes.
- Enganche digital: interacción diaria, creación de dependencia emocional.
- Simulación de problemas: emergencias económicas, familiares o legales como excusa para solicitar dinero.
- Desvío de fondos: solicitudes de transferencias, criptomonedas, pagos en plataformas no rastreables.
- Desaparición digital: eliminación de perfiles, bloqueo de contactos y, en muchos casos, reapertura con nueva identidad.
El Supremo lo deja claro: aunque las entregas de dinero hayan sido técnicamente voluntarias, el factor determinante es la existencia de un engaño estructurado y premeditado. El sujeto activo diseñó y ejecutó un plan para obtener dinero bajo una apariencia sentimental falsa. Lo que la víctima creyó una relación de pareja, fue en realidad una estrategia fraudulenta de largo recorrido.
«Se trata de un engatusamiento emocional, donde la confianza fue construida con el único fin de ser explotada. La relación solo existió para la víctima, no para el acusado, que instrumentalizó el vínculo como método de extracción económica».
Recomendaciones para usuarios en plataformas de citas
Como expertos en ciberseguridad y prevención de delitos tecnológicos, recomendamos:
- Mantener la conversación dentro de la plataforma: muchas aplicaciones tienen alertas internas de comportamiento sospechoso.
- No compartir datos bancarios, contraseñas ni fotos sensibles.
- Verificar la identidad: hacer videollamadas, usar herramientas de búsqueda inversa de imágenes.
- Nunca enviar dinero a alguien que no se ha conocido básicamente.
- Denunciar perfiles sospechosos y acudir a la policía o grupos especializados.
Las relaciones digitales no son menos válidas, pero sí deben ser más protegidas . La ingenio digital es un vector de ataque como cualquier otro. La ciberdefensa ya no es solo para ordenadores: es también para el corazón.