El 23 de abril de 2025 marca un antes y un después en la historia regulatoria digital europea. La Comisión Europea ha impuesto sanciones históricas a dos de los gigantes tecnológicos más influyentes del mundo, Apple y Meta (matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp), bajo el nuevo marco normativo de la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). Apple ha sido multada con 500 millones de euros, mientras que Meta ha recibido una sanción de 200 millones, sumando una cifra récord de 700 millones de euros en lo que constituye el primer gran golpe europeo contra prácticas abusivas en el entorno digital.
Una legislación disruptiva para un entorno digital en desequilibrio
La Ley de Mercados Digitales, vigente desde mayo de 2023, ha sido diseñada para combatir los desequilibrios estructurales del ecosistema digital. Hasta su implementación, las grandes tecnológicas –denominadas “gatekeepers” o guardianes de acceso– han disfrutado de una posición dominante sin apenas controles efectivos, generando situaciones de dependencia para desarrolladores, empresas menores y consumidores.
La DMA establece obligaciones específicas para aquellas plataformas que superen ciertos umbrales de facturación o usuarios activos, limitando su capacidad de imponer condiciones arbitrarias o bloquear el acceso a servicios alternativos. Su objetivo es garantizar un mercado digital abierto, justo y competitivo, donde no solo los gigantes sobrevivan.
El caso Apple: cerrar el ecosistema a costa de la libre competencia
El expediente abierto por Bruselas contra Apple se centra en el comportamiento restrictivo dentro de su App Store, donde los desarrolladores de aplicaciones no podían informar a sus usuarios de opciones de pago más económicas fuera de la tienda oficial. Esta práctica, conocida como anti-steering, refuerza el control de Apple sobre su ecosistema y aumenta los costes para el consumidor.
Según la Comisión, estas restricciones son incompatibles con la DMA. No permiten que los consumidores conozcan alternativas y tampoco que los desarrolladores puedan comercializar sus productos sin someterse a comisiones de hasta el 30% impuestas por Apple. Además, la empresa de Cupertino no ha demostrado que estas limitaciones sean ni necesarias ni proporcionadas, requisitos indispensables para que puedan estar justificadas en términos de seguridad o experiencia de usuario.
Meta y el modelo «pagar o consentir»: ¿coacción algorítmica?
En el caso de Meta, el problema radica en su modelo recientemente implantado: o aceptas el uso intensivo de tus datos personales para recibir anuncios personalizados, o pagas una cuota para evitarlo. Esta alternativa, en apariencia voluntaria, ha sido interpretada por Bruselas como una forma de coacción encubierta.
La DMA exige que los usuarios dispongan de alternativas reales, específicas y no discriminatorias para limitar el tratamiento de sus datos personales. La Comisión concluye que la estrategia de Meta no cumple con este principio básico. Si bien la compañía introdujo en noviembre de 2024 cambios que suavizan ligeramente el acceso a modelos menos invasivos, Bruselas aún evalúa su conformidad.
Una respuesta proporcionada pero firme
Las sanciones aplicadas están lejos del máximo posible que permite la DMA, que asciende hasta el 10% de la facturación mundial de una compañía. En el caso de Apple y Meta, hablamos de cifras que podrían superar los 30.000 millones de euros. No obstante, la Comisión ha considerado que la ley aún está en su fase inicial, y que existe cierta complejidad en su aplicación práctica.
Esto no ha impedido, sin embargo, que Bruselas adopte una postura clara: nadie está por encima de la ley, ni siquiera los gigantes digitales. Las empresas tienen ahora un plazo de 60 días para adaptar sus modelos. En caso contrario, podrían enfrentarse a multas diarias del 5% de su facturación global, una medida que pone en juego millones de euros al día.
El componente geopolítico y comercial: ¿una guerra silenciosa?
A pesar del claro encuadre legal de las sanciones, la respuesta desde el otro lado del Atlántico no se ha hecho esperar. Joel Kaplan, vicepresidente de Asuntos Públicos de Meta, ha acusado a la UE de “atacar a empresas estadounidenses exitosas”, sugiriendo que los actores europeos y chinos reciben un trato más favorable.
Por su parte, Apple ha emitido un comunicado en el que califica la decisión como “injusta y peligrosa para la privacidad de los usuarios”, advirtiendo que han invertido “cientos de miles de horas de ingeniería” en cumplir con la DMA y que sus usuarios jamás han pedido los cambios impuestos por Bruselas.
La Comisión Europea, sin embargo, niega cualquier motivación comercial o política. Según Arianna Podesta, portavoz del Ejecutivo comunitario, “estas decisiones no forman parte de ninguna negociación con Washington”. La UE insiste en que se trata de resoluciones técnicas basadas en derecho, adoptadas tras un análisis profundo y con base legal suficiente para soportar cualquier recurso ante los tribunales.
Una señal al mercado: cumplimiento, no cosmética regulatoria
Lo que estas sanciones revelan es algo más que un pulso entre dos continentes. Representan una advertencia rotunda para todas las plataformas tecnológicas que operan en Europa: el cumplimiento normativo ya no es opcional.
En muchos casos, las grandes tecnológicas han optado por una estrategia de «cosmética legal», introduciendo cambios superficiales para cumplir “en apariencia” con las exigencias regulatorias, mientras siguen operando bajo lógicas de dependencia y dominancia de mercado. La Comisión, con estas resoluciones, rompe con esa lógica.
DMA y RGPD: una alianza normativa cada vez más férrea
Las acciones contra Apple y Meta no deben entenderse de forma aislada, sino en sinergia con otras normas clave como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Mientras el RGPD protege la privacidad individual frente al tratamiento abusivo de datos, la DMA busca proteger la estructura misma del mercado digital.
Ambas normas, aunque diferentes en su enfoque, se alimentan mutuamente. En el caso de Meta, por ejemplo, la preocupación por el consentimiento libre en el uso de datos personales conecta directamente con las disposiciones del RGPD, mientras que la sanción a Apple se alinea con la idea de evitar monopolios informativos y tecnológicos.
La resiliencia jurídica como eje de la nueva economía digital
A partir de estas resoluciones, el futuro del compliance en el ámbito tecnológico se redefine. Las empresas que deseen operar en Europa deberán no solo adaptar sus sistemas técnicos, sino replantear sus modelos de negocio, sus flujos de decisión y sus estructuras internas de cumplimiento normativo.
Ya no basta con departamentos de legal formales o asesorías reactivas. Se exige gobernanza digital, transparencia algorítmica y estructuras de rendición de cuentas ante autoridades como la Comisión Europea o las agencias nacionales de protección de datos.
Además del impacto económico de las sanciones, hay una consecuencia simbólica crucial: la exigencia de transparencia real por parte de las grandes plataformas. La Comisión exige que las empresas expliquen cómo operan sus modelos de negocio, qué algoritmos utilizan, qué opciones tienen los usuarios y qué datos se recopilan exactamente.
Esto cambia las reglas del juego. Obliga a las plataformas a renunciar a la opacidad sistémica como modelo operativo y a construir relaciones de confianza fundamentadas en el respeto al usuario y a la legislación local.
Con la imposición de estas sanciones, Bruselas lanza un mensaje claro al mundo: la era de la autorregulación digital ha terminado. La Unión Europea asume su papel como actor global en la configuración de un entorno digital justo, equitativo y competitivo. No se trata de limitar la innovación, sino de garantizar que esta beneficie a todos y no solo a unos pocos.
Apple y Meta son solo los primeros en recibir una llamada de atención seria. Pero no serán los últimos. En los próximos meses, otras plataformas digitales también podrían enfrentar investigaciones similares. La pregunta ahora no es si la regulación llegará, sino quién estará preparado para cumplirla realmente.