La promesa de ingresos rápidos y fáciles atrae cada vez a más jóvenes y adolescentes a plataformas como OnlyFans, Follamigas, e incluso grupos cerrados en Telegram. Pero el espejismo de «ser dueña de tu cuerpo y tu economía» esconde una cruda realidad llena de peligros y abusos que solo afloran cuando ya es demasiado tarde.
Como psicóloga especializada en delitos sexuales en la red, con años de experiencia en acompañar y asesorar a víctimas, quiero alertar a la sociedad sobre los riesgos que estas plataformas suponen, y sobre todo cómo proteger a los más vulnerables: niñas, adolescentes y jóvenes que muchas veces acceden sin la debida información y sin discernir los peligros a los que se enfrentan.
Hace poco la Guardia Civil presentó en el III Congreso Internacional contra la Trata de Seres Humanos un caso que nos debe hacer estremecer: una menor que, tras ser detectada por su profesora por una conducta “muy extraña”, estaba siendo sexualmente explotada en OnlyFans. No se trataba de prostitución física, sino de una explotación digital mediante la produccción y venta de vídeos sexuales en la plataforma.
El teniente jefe Félix Durán explicó que la menor fue captada por un tratante que la convenció diciéndole que “tenía un cuerpo precioso y debía venderlo”. La niña, que provenía de un entorno vulnerable donde había sufrido abusos sexuales desde pequeña, inicialmente no se reconocía a sí misma como víctima, sino que defendía a su captor diciendo que era su novio y que “no estaba haciendo nada malo”.
Desde el primer contacto hasta su rescate, hubo mucho miedo y reticencia. La intervención de la entidad Diaconía fue vital para que la menor pudiera abrirse y contar su historia.
Plataformas como OnlyFans: normalización y explotación encubierta
OnlyFans ofrece un modelo donde las personas crean y venden contenido sexual a sus suscriptores, con un sistema que permite autonomía —cada creador es su propio jefe—, pero que, según expertos y organizaciones feministas, enmascara una explotación sistémica.
La promesa de “empoderamiento” oculta que la mayoría acceden por necesidad económica o falta de alternativas reales. El modelo, que cobra hasta un 20% de comisión, fomenta la dependencia y expone a quienes no tienen redes de apoyo o una sólida autoestima a caer en dinámicas abusivas.
Niñas y adolescentes, incluso de tan solo 12 años, ven en estas plataformas una salida veloz a la precariedad, sin dimensionar la presión social, los riesgos de estigmatización, y el posible efecto devastador de ser expuestas al tráfico digital de contenido íntimo.
Los ciberdepredadores y nuevas formas de manipulación
Además del captador directo, en Internet operan múltiples perfiles que emplean técnicas sofisticadas para atraer y retener a víctimas:
- Engaños amorosos («grooming digital»): Establecen relaciones falsas, ganan confianza para luego manipular para la producción de contenidos.
- Uso de deepfakes sexuales: Según estudios, 4 de cada 5 chicas adolescentes temen que sus imágenes sean utilizadas para crear vídeos falsos con IA[web:deepfakes].
- Grupos cerrados en Telegram, WhatsApp donde se comparte contenido sin consentimiento, lo que genera una cadena de abuso invisible y difícil de detener.
- Propuestas laborales falsas en redes que camuflan la explotación sexual bajo la apariencia de un trabajo legítimo.
Las estadísticas son terroríficas: el 97% de jóvenes en España afirma haber sufrido violencia sexual digital, desde acoso a la distribución de imágenes íntimas sin consentimiento[web:sectores]. Esto afecta gravemente la salud mental y el desarrollo integral, y las víctimas, a menudo, no saben dónde acudir.
Protocolo para evitar caer en estas trampas
Para menores y jóvenes incipientes, pero también para padres, educadores y tutores, cuidar la educación digital, la comunicación abierta y la vigilancia responsable es fundamental.
- Educar en la prevención digital: explicar desde edades tempranas qué es el consentimiento, riesgos de compartir imágenes o información personal y cómo identificar amenazas.
- No normalizar la cultura del “click rápido para ganar dinero”: fomentar discursos críticos y mostrar consecuencias reales detrás de esas ofertas.
- Supervisar plataformas y apps: conocer los espacios digitales que usan menores y establecer límites de uso y privacidad.
- Detectar cambios de conducta: comunicación agresiva, aislamiento, miedo o cambios repentinos pueden ser señales de alerta.
- Ofrecer apoyo emocional y profesional sin juzgar ni culpabilizar: muchas veces la víctima es manipulada o teme hablar.
Lugares donde acudir para ayuda
Si tú, un familiar o conocido sospecha o vive alguna situación de abuso sexual digital, existen organizaciones que ofrecen acompañamiento, asesoría legal y protección:
- Policía Nacional y Guardia Civil: denuncias específicas en delitos sexuales y trata[web:fuerzas].
- Asociación APRAMP y Diaconía: especializadas en atención a víctimas de trata y explotación.
- Línea ANAR (900 20 20 10): ayuda telefónica para menores con dificultades o situaciones críticas.
- Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE): atención a delitos digitales y asesoramiento en ciberseguridad.
- Plataformas educativas y ONGs que trabajan en prevención, formación y acompañamiento psicológico.
El caso reportado por la Guardia Civil representa solo la punta del iceberg de una crisis oculta en las sombras del auge digital. La aparente libertad y autonomía que ofrecen plataformas como OnlyFans pueden esconder redes de abuso, manipulación y explotación que afectan profundamente a niñas y jóvenes.
Como sociedad debemos cambiar el chip y entender que la lucha contra estas formas de trata no es solo policial sino educativa, social y cultural. Solo con prevención, apoyo y legislación clara podremos proteger la infancia y juventud digital, para que puedan crecer libres y seguras.
Tecfuturo se compromete a seguir informando y divulgando esta realidad para contribuir a un mundo digital más seguro y respetuoso.