miércoles, noviembre 12, 2025
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«Rent»: El musical que volvió a romper el silencio, ahora desde el epicentro cultural de Madrid

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Madrid, invierno de 2025. Llueve, hace frío y hay un runrún en el aire. Una electricidad soterrada, como cuando algo importante está a punto de ocurrir. En la Guirau del teatro Fernán Gómez, mientras los transeúntes apuran cafés y el tráfico se desliza como una sinfonía gris, una historia está a punto de gritar desde el escenario. No una historia cualquiera: Rent. El musical que le cambió el paso al Broadway del siglo XX. El grito sucio, dulce, incómodo y luminoso que Jonathan Larson parió entre los adoquines de Alphabet City y que ahora, 30 años después, resucita en Madrid con una versión que no viene a homenajear: viene a hacer temblar las butacas.

Y qué bueno que así sea.

No hay día como hoy: Rent nunca fue un musical fácil de domesticar. A diferencia de los grandes mastodontes del género, con su maquinaria de cartón-piedra y final feliz, Rent no pide permiso. Rent se sube al escenario, se sienta en tu regazo y te susurra al oído: “¿Estás viviendo o solo estás sobreviviendo?”.

La versión que Outcast Producciones estrena en el Fernán Gómez no busca mimetizar Broadway ni vender nostalgia en cómodos actos. Bajo la dirección de José Luis Sixto y con la batuta eléctrica de César Belda, esta propuesta empuja el texto de Larson hacia nuestra piel, con una adaptación más física, más teatral, más vibrante. La escenografía no es un decorado: es un personaje. Las luces no son un adorno: son estados de ánimo. Y la música, oh, la música… es una sacudida directa al sistema nervioso.

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Rent es tragedia. Pero también es manifiesto, performance, rave emocional y altar a la dignidad. Inspirada en La bohème de Puccini pero enraizada en el East Village de los años 90, la historia sigue a un grupo de jóvenes artistas que hacen del amor, la amistad y el arte su única patria posible.

A través de sus personajes —Mark, Roger, Mimi, Collins, Angel, Maureen— se dibuja una cartografía de la resistencia cotidiana. Esos cuerpos en movimiento no sólo aman, duelen y cantan; reclaman un lugar legítimo en el relato cultural. Y eso, todavía hoy, sigue siendo revolucionario.

La versión madrileña no se limita a traducir el texto. Lo reinterpreta. Hay nuevos silencios, cambios escénicos inteligentes y una sensibilidad actual que no borra la esencia del original, sino que la potencia. La dirección de José Luis Sixto equilibra con precisión quirúrgica el respeto por el mito con la urgencia contemporánea. Belda, por su parte, ha armado un andamiaje sonoro que juega con la nostalgia sin encallarse en ella.

Que Rent se represente en 2025, a 30 años de la muerte de Jonathan Larson, no es un detalle. Es una herida abierta. El 25 de enero de 1996, Larson murió de un aneurisma aórtico la noche antes del estreno. No pudo ver cómo su obra se convertía en fenómeno, ni cómo sus personajes se convertían en estandartes de generaciones huérfanas de representación. Rent no sólo es su legado: es su epitafio cantado.

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En esta producción, esa fecha lo empapa todo. El 25 de enero de 2026, cuando caiga el telón en Madrid, se cumplirá exactamente ese aniversario. Y hay algo profundamente teatral en ello. Casi ritual. Como si cada función fuera un velatorio a ritmo de rock. Y qué mejor homenaje que seguir preguntando, como él hizo: ¿Cómo se mide una vida?

Rent siempre fue política. No sólo por hablar de SIDA, pobreza, drogas, gentrificación o diversidad sexual en una época en la que eso no se hacía en horario estelar. Lo fue también por cómo lo hizo: con una voz auténtica, sucia, libre y contradictoria. Lo fue por atreverse a poner cuerpos queer, racializados y desobedientes en el centro del relato sin pedir permiso.

Esta adaptación, producida por Outcast Producciones bajo un acuerdo con Music Theatre International, abraza esa política desde lo escénico. No hay gestos impostados. No hay moralina. Hay carne. Hay deseo. Hay cuerpos que se mueven con rabia y con ternura. Hay errores y redención. Porque el verdadero acto revolucionario no es gritar más fuerte, sino amar sin miedo.

El nombre de la productora no es anecdótico. Outcast, los excluidos, los periféricos. Pero también los que incomodan, los que rompen, los que traen nuevas formas de belleza. Su visión del arte como espacio de transformación y encuentro no es postureo: se nota en cada minuto de esta función.

En tiempos de algoritmos, crisis climáticas, polarización ideológica y guerras culturales, que una obra como Rent vuelva al escenario es mucho más que un revival. Es un recordatorio de que el teatro puede y debe seguir siendo un espacio de resistencia. Y que el amor, incluso —o especialmente— cuando duele, sigue siendo la medida más radical de todas.

Madrid, prepárate

Del 23 de diciembre de 2025 al 25 de enero de 2026, Rent habitará el Fernán Gómez como un animal escénico indomable. Será incómodo para algunos. Será catártico para otros. Pero nadie saldrá ileso.

Treinta años después de que Larson hiciera sonar su acorde final, Madrid le da voz otra vez. Y esta vez, lo hace sin nostalgia, sin reverencia: lo hace con hambre. Con coraje. Con una estética afilada como cuchilla. Porque si vas a vivir, hazlo como en Rent: sin garantías, sin filtros, pero con una canción entre los dientes.

Y eso, queridos lectores, sigue siendo teatro del bueno.

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