En la España contemporánea, la explotación de las personas mayores mediante fraudes financieros no solo es un delito sino un problema social creciente y preocupante. El reciente caso investigado en Cantabria, en el que una mujer de 58 años utilizó fraudulentamente una tarjeta bancaria durante diez años para cobrar gastos por alrededor de 2.000 euros a una persona de 67 años con dificultades cognitivas, expone con crudeza cómo la confianza puede ser manipulada y traicionada durante un largo tiempo, cobrando un alto coste para las víctimas.
La investigación, promovida en el marco del Plan Mayor Seguridad de la Guardia Civil, se inició tras la alerta de un familiar que detectó movimientos bancarios no autorizados en la cuenta del sexagenario. A partir de ahí, un minucioso rastreo permitió descubrir que pequeños cargos recurrentes se realizaban en estaciones de servicio, tiendas de ropa, comida a domicilio y otros servicios, sin que la víctima tuviera conocimiento o capacidad para autorizarlos.
El presunto autor principal, una persona de confianza para la víctima, aprovechaba la relación de cercanía para acceder a la tarjeta y utilizarla repetidamente sin consentimiento. Este modus operandi evidencia la complejidad de los delitos financieros cuando las barreras cognitivas de la víctima son aprovechadas maliciosamente.
Paralelamente, la Guardia Civil actuó contra un hombre de 31 años que realizó 13 cargos fraudulentos en Cantabria haciendo uso de una tarjeta herida en Suances. Este caso, relativamente más rápido de detectar, refleja otro método clásico de fraude: la sustracción física y uso inmediato, que causa daños monetarios rápidos y significativos, además de inseguridad en la percepción pública.
Este caso no está aislado. Las personas mayores representan un blanco cada vez más frecuente de estafas, por su posible dependencia, dificultades cognitivas o desconocimiento de tecnologías y sistemas de banca online.
Las autoridades alertan sobre la necesidad de proteger a este colectivo, promoviendo que los propios familiares y cuidadores directos supervisen periódicamente las cuentas y movimientos bancarios y actúen de inmediato ante irregularidades.
Asimismo, recuerda que, en caso de robo o pérdida de tarjetas, debes contactarse urgentemente con las entidades bancarias para bloquearlas y evitar usos fraudulentos.
Consejos y medidas preventivas para evitar la estafa
Para proteger a las personas mayores, las recomendaciones se centran en:
- Nunca facilite tarjetas, claves o accesos a la banca online a terceros no confiables o sin supervisión.
- Revisar periódicamente los estados de cuenta, preferiblemente con ayuda de familiares o tutores legales.
- Mantener una comunicación abierta y constante con la persona mayor para detectar cambios en comportamiento o economía.
- En caso de sospecha o confirmación de fraude, denunciar inmediatamente ante la Guardia Civil u otras fuerzas de seguridad.
- Utilizar herramientas tecnológicas y alertas bancarias que avisen sobre movimientos sospechosos o inusuales.
La seguridad financiera de las personas mayores es una cuestión de ética social y derechos humanos. Casos como el de Cantabria invitan a una acción coordinada de familiares, entidades financieras, organismos de protección social y fuerzas de seguridad para crear redes de protección efectivas y duraderas.
El reto es proteger la dignidad y el patrimonio de quienes más han dado, garantizando que la confianza depositada no sea utilizada para explotarlos.
Un caso reciente en Cantabria ha revelado una estafa continuada durante una década en la que una mujer utilizó sin consentimiento una tarjeta bancaria perteneciente a una persona mayor con dificultades cognitivas. La Guardia Civil investiga a los implicados tras detectar irregularidades y cargos no autorizados. La situación evidencia la vulnerabilidad de este colectivo ante fraudes que van desde el abuso de confianza hasta el robo físico de tarjetas. Se resaltan medidas preventivas para familiares y ciudadanos, y la importancia de la denuncia como mecanismo protector.
La confianza y la protección hacia nuestras personas mayores deben ser una prioridad social.
Invitamos a familiares, cuidadores y comunidad a mantener vigilancia activa sobre las finanzas de los mayores, denunciar cualquier irregularidad y utilizar todos los recursos a su alcance para evitar que estas tramas criminales prosperen.
La responsabilidad de proteger a quienes más lo necesitan es de todos. No dejemos que la impunidad sea la excusa del maltrato financiero.


