Si el amor propio no se encuentra en una app de citas y el crecimiento personal ya no cabe en una taza de “Eres magia”, entonces quizás la respuesta está en el lugar más improbable: una comedia teatral sobre tantra.
📍 TANTRA, la nueva propuesta escénica del Teatro Lara, no es una clase de respiración ovárica, ni una masterclass de gurús vestidos con lino blanco. Es una comedia descacharrante sobre hombres que no saben si quieren conectar con su alma o con el WiFi del local. Y ahí radica su genialidad.
¿Soltero/a? ¿Espiritualmente confundido? Bienvenid@ a tu próximo punto de inflexión emocional
Desde el primer minuto, TANTRA te lanza una pregunta incómoda disfrazada de gag: ¿qué pasa cuando metes a tres hombres en una sala de terapias tántricas sin cobertura emocional, pero con muchas ganas de… no saber qué hacen allí?
El resultado es una comedia que mezcla más ingredientes que un poke bowl de Chamberí: risas, ternura, trauma generacional, masculinidad tambaleante, aceites esenciales y, por supuesto, abrazos incómodos que parecen sacados de un taller de recursos humanos con café de cápsulas.
No hay chakras que valgan cuando hay que mirar al otro a los ojos sin reírse primero.
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Amarilla: más brillante que un aura en TikTok
El encargado de guiar esta ceremonia espiritual es Alberto Amarilla, convertido en un maestro tántrico que parece salido de un retiro urbano… o de una tienda de esoterismo de Usera. Su personaje es un cruce cósmico entre gurú iluminado, coach de Instagram y primo que se fue a la India y volvió diciendo “namasté” por WhatsApp.
Amarilla no actúa, flota. Canaliza a ese tipo que todos hemos visto dar talleres en festivales donde la gente baila descalza en círculo. Y lo hace con una humanidad que convierte el cliché en carne, hueso y muchas sonrisas. Su presencia escénica convierte cada momento absurdo en algo extrañamente revelador. Como cuando ves tus búsquedas de Google en voz alta.
Masculinidad al punto de ebullición
Junto a Amarilla, encontramos a un trío actoral espectacular: Javier Martín, Max Marieges y Jorge Vidal, completados en alternancia por Abraham Arenas y Diego Rioja. Todos ellos dan vida a hombres que podrían ser tus colegas del gimnasio, tu ex de Tinder o el que no devuelve los tuppers.
Ellos llegan al centro tántrico buscando… bueno, ni ellos lo saben. Y ahí está la clave: TANTRA no va sobre el sexo tántrico, va sobre la incapacidad masculina para reconocer que necesitamos cariño y que a veces, ese cariño, viene en forma de abrazo gratuito, conversación sincera o llanto contenido mientras suena un cuenco tibetano.
Minimalismo escénico, maximalismo emocional
La escenografía es lo suficientemente absurda como para ser creíble: un centro tántrico que parece una franquicia de estética reconvertida. Cojines de colores, aceites misteriosos, lámparas de sal y una cortina de cuentas que claramente no ha pasado la inspección técnica.
Pero eso es parte del encanto. La ambientación no pretende simular la India, sino nuestra idea millennial de lo espiritual. Y funciona. Porque TANTRA no necesita más que tres cojines y un par de batas para desnudarte emocionalmente.
Terapia de grupo con risa enlatada… pero real
La comedia que proponen Ana Graciani y Gabriel Olivares no es superficial. Bajo la carcajada vive el temblor. Esta obra se ríe de la masculinidad, sí, pero no desde el juicio, sino desde la compasión y el espejo.
Nos reímos de los personajes porque nos vemos reflejados en su torpeza emocional. ¿Quién no ha evitado hablar de lo que siente con un chiste? ¿Quién no ha usado el sarcasmo como escudo cuando alguien le ofrecía un poco de verdad?
TANTRA desmonta todos los bloqueos sin levantar la voz. Y eso es casi revolucionario.
¿Qué nos pasa a los hombres (y a los que los aguantan)?
TANTRA plantea, con mucha risa y poco dogma, algo muy actual: las nuevas masculinidades están más perdidas que un vegano en una parrillada. Estamos en pleno proceso de deconstrucción, y eso genera escenas tan humanas como ridículas.
La obra aborda esas escenas: el abrazo que no sabes si dar, la emoción que no sabes si sentir, la idea de intimidad que no sabes cómo gestionar si no hay sexo de por medio.
Y lo hace sin moralina, sin adoctrinamiento, con mucho humor y la sabiduría de quien ha llorado en un baño sin saber por qué.
Humor como antídoto espiritual
En tiempos donde todo quiere ser “profundo”, TANTRA se atreve a ser ligero con propósito. Usa el humor como catarsis, como forma de entrar en temas complejos sin asustar al público.
Y eso es arte. Porque al final, lo que recordamos no es el chiste, sino lo que despertó en nosotros.
Si Tantra fuera una app, te daría match con tu yo emocional. Si fuera una bebida, sería kombucha con anís y lágrimas no procesadas. Pero como es teatro, es directo, físico, compartido. Y eso lo convierte en una experiencia casi… sagrada.
¿Deberías ir a verla?
Sí. Especialmente si:
- Has googleado “cómo abrir los chakras con vino”.
- Has dicho “yo soy muy emocional” mientras borrabas una lágrima con cerveza.
- Crees que tantra es una postura sexual donde no hay que hacer cardio.
- O simplemente necesitas reírte de lo que más duele… sin que nadie te juzgue.
Y después… ¿qué?
Probablemente, salgas del teatro con esa sonrisa tonta de quien ha sentido algo raro y bonito. Quizás te den ganas de abrazar a ese amigo con el que solo compartes fútbol y silencio. Tal vez decidas decirle a tu padre que lo quieres. O, con suerte, solo te dé por enviarle un audio de 3 minutos a tu ex. Y eso, créeme, ya es progreso.
🎭 TANTRA
📍 Teatro Lara, Sala Cándido Lara
📅 Desde el 6 de junio. De viernes a martes.
🕗 Horarios: L/M 20:00, V 22:00, S/D 19:00
🎟️ Entradas: www.teatrolara.com y plataformas habituales.
✨ TANTRA no te va a cambiar la vida, pero sí te va a tocar el alma. Y si te atreves… el corazón.