Luis Ortega, uno de los cineastas más radicales y personales del cine iberoamericano, regresa a la gran pantalla con “EL JOCKEY”, una película que no solo confirma su madurez artística, sino que eleva el listón de la narrativa contemporánea en español. Con un reparto de lujo encabezado por Nahuel Pérez Biscayart, Úrsula Corberó y Daniel Giménez Cacho, Ortega construye una fábula moderna sobre la autodestrucción, la redención y los claroscuros del éxito, ambientada en el universo hipnótico de las carreras de caballos.
Un guion que galopa entre el drama y el humor negro
El mayor acierto de “EL JOCKEY” reside en su guion: imaginativo, impredecible y dotado de un humor ácido que desarma al espectador. Ortega maneja con destreza los tiempos narrativos, alternando secuencias de tensión asfixiante con momentos de ligereza casi surrealista. El personaje de Remo Manfredini, interpretado por un sobresaliente Nahuel Pérez Biscayart, es el eje de una trama que explora los límites de la ambición y la fragilidad humana sin caer en tópicos ni sentimentalismos fáciles.
La relación entre Remo y Abril (Úrsula Corberó, en su papel más maduro hasta la fecha) aporta una dimensión emocional genuina, marcada por la complicidad, el deseo y el miedo a la pérdida. Daniel Giménez Cacho, como el enigmático Sirena, añade una capa de ambigüedad moral que enriquece el relato y lo aleja del maniqueísmo.
Una dirección visualmente poderosa
Ortega demuestra una vez más su talento para crear atmósferas únicas. La fotografía, el montaje y la dirección de arte —todas ellas nominadas a los Premios Platino— convierten cada escena en un pequeño universo visual, donde la pista de carreras se transforma en un espacio casi onírico, cargado de simbolismo y tensión. La banda sonora, sutil pero incisiva, acompaña el viaje emocional de los personajes sin subrayados innecesarios.
Una coproducción internacional que suma
La ambición internacional de “EL JOCKEY” no es solo un dato de producción: se percibe en la diversidad de miradas, en la riqueza de los escenarios y en la universalidad de los conflictos que plantea. La película dialoga con el cine negro, el melodrama y el thriller, pero siempre desde una óptica personal y audaz. La participación de Benicio del Toro como productor ejecutivo y el respaldo de compañías de Argentina, España, México, Dinamarca y Estados Unidos, refuerzan la proyección global de la obra.
Aspectos a destacar ya mejorar
Entre los puntos más destacados, sobresalen las interpretaciones —especialmente la de Pérez Biscayart—, la originalidad del guion y la capacidad de Ortega para reinventar géneros. La película logra equilibrar lo introspectivo y lo espectacular, lo local y lo universal, en una propuesta que desafía al espectador y lo invita a reflexionar sobre el precio del éxito y la posibilidad de redención.
Como crítica constructiva, se podría señalar que, en algunos tramos, la narrativa se vuelve deliberadamente crítica, lo que puede dificultar la conexión emocional para ciertos espectadores menos habituados al cine de autor. El ritmo, por momentos, exige paciencia y atención, pero es precisamente esa apuesta por la complejidad lo que distingue a Ortega de otros narradores más convencionales.
Una apuesta valiente y necesaria
“EL JOCKEY” es, ante todo, una película valiente: arriesga en el tono, en la estructura y en el retrato de personajes heridos, pero nunca pierde de vista al público. Es cine de autor con vocación popular, capaz de emocionar, sorprender y dejar huella. Su pasol triunfa por festivales internacionales y sus múltiples nominaciones a los Premios Platino y otros galardones son el mejor aval de su calidad.
Recomendamos “EL JOCKEY” no solo como una de las películas más potentes y originales del año, sino como una experiencia cinematográfica que invita a mirar de frente la complejidad de la vida, el amor y la derrota.
Luis Ortega firma aquí una obra imprescindible para quienes buscan un cine que desafía, conmueve y permanece.